El pasado jueves, por la noche, decenas de fanáticos organizados de distintos países europeos, mayormente españoles e italianos, se pusieron de acuerdo por primera vez para interrumpir un partido de fútbol. "No sabemos qué pasó. Nadie lo esperaba. Es evidente que las sanciones van a ser gravísimas", dicen en la UEFA, que tomará una decisión la semana que viene tras estudiar los informes de los delegados del encuentro entre el Austria y el Athletic en Viena.
Fue la tormenta perfecta. Aunque ya se habían reunido en anteriores ocasiones, siempre con la excusa del fútbol, como en el Mundial de Alemania 2006 o la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, miembros de los Ultras Sur (Real Madrid), coordinados con representantes de las Brigadas Blanquiazules (Espanyol) y del Lazio, con las que están hermanados, boicotearon en un acto sin precedentes el partido durante media hora. "El mensaje de desafío a las autoridades es muy preocupante, ya que se trata de la primera acción colectiva en la que participan distintos grupos ultras", refiere Esteban Ibarra, responsable de Movimiento contra la Intolerancia.
El lanzamiento de bengalas, la exhibición de banderas preconstitucionales y otras con un contenido racista, como el hacha de doble hoja, y la invasión del terreno de juego pilló por sorpresa a los responsables de la seguridad del estadio Franz Horr, que aseguran que entre los violentos no había ultras locales, aunque otras fuentes apuntan a la presencia de neonazis austriacos, los Fanatics, como maestros de ceremonias.
Un club de origen judío
Obsesionados con la simbología, los ultras españoles no eligieron el duelo de la Liga Europa entre el Austria y el Athletic por casualidad. "Se les presentó la oportunidad perfecta", reconocen en la UEFA; "metieron el miedo en el cuerpo al Athletic por ser vasco y de paso involucraron a un club con un marcado pasado judío... Y si algo es la Internacional neonazi es antisemita", insiste Ibarra.
Fundado en 1911 por oficiales judíos, el futuro del Austria quedó marcado por la anexión del país en 1938 por parte de la Alemania nazi. La mayoría de sus futbolistas y directivos fueron ejecutados. Los pocos que se salvaron lo consiguieron huyendo al extranjero. No lo hizo su mejor jugador, Matthias Sindelar, que se opuso desde el primer instante a la anexión y murió en extrañas circunstancias.
El lanzamiento de bengalas, la exhibición de banderas preconstitucionales y otras con un contenido racista, como el hacha de doble hoja, y la invasión del terreno de juego pilló por sorpresa a los responsables de la seguridad del estadio Franz Horr, que aseguran que entre los violentos no había ultras locales, aunque otras fuentes apuntan a la presencia de neonazis austriacos, los Fanatics, como maestros de ceremonias.
Un club de origen judío
Obsesionados con la simbología, los ultras españoles no eligieron el duelo de la Liga Europa entre el Austria y el Athletic por casualidad. "Se les presentó la oportunidad perfecta", reconocen en la UEFA; "metieron el miedo en el cuerpo al Athletic por ser vasco y de paso involucraron a un club con un marcado pasado judío... Y si algo es la Internacional neonazi es antisemita", insiste Ibarra.
Fundado en 1911 por oficiales judíos, el futuro del Austria quedó marcado por la anexión del país en 1938 por parte de la Alemania nazi. La mayoría de sus futbolistas y directivos fueron ejecutados. Los pocos que se salvaron lo consiguieron huyendo al extranjero. No lo hizo su mejor jugador, Matthias Sindelar, que se opuso desde el primer instante a la anexión y murió en extrañas circunstancias.
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