Un millar de barrabravas de Argentina -la mafia criminal del balompié vinculada a algunos políticos y dirigentes de clubes - viajarán a Brasil para presenciar el Mundial de Fútbol 2014 con billetes entregados por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y todos los gastos pagados.
El escandaloso 'tour' ha sido revelado este domingo por el periódico Clarín y agregó que los energúmenos violentos, no contentos con la cifra, le exigen 200 entradas más al titular de la AFA, Julio Grondona, sempiterno capo en la asociación local y en la FIFA, bautizado por muchos argentinos como "El Padrino".
La flor y nata de estos energúmenos está representada por la ong "Hinchadas Unidas Argentinas" (HUA), que anteriormente ha recibido el apoyo del gobierno de la presidenta peronista Cristina Fernández, viuda de Kirchner, y últimamente ha venido negociando con Grondona.
Ya en los mundiales de México 1986 y Francia 1998 los barrabravas argentinos produjeron disturbios y choques con otros simpatizantes pero en Sudáfrica 2010, donde también HUA lideró la visita, directamente varios hinchas fueron detenidos por la policía sudafricana y expulsados del país.
Para el certamen de Brasil, HUA prometió que sus miembros guardarán buena conducta y se comportarán con "alegría, compañerismo y no violencia". "Así lo hemos expresado -dijo- a los integrantes de diversas hinchadas en el país anfitrión estrechando los lazos amistosos que nos unen".
Las autoridades brasileñas han pedido al gobierno de Fernández que le remita las listas de barrabravas fichados por la policía para, así, impedirles el ingreso. Pero HUA interpuso un recurso de amparo en la Justicia y consiguió frenar la respuesta.
Sin embargo Daniel Scioli, gobernador kirchnerista de la provincia de Buenos Aires, anticipó que enviará a Brasilia las listas de hinchas violentos que tienen prohibido el acceso a los estadios de sus propios clubes, en plan de cooperar con la seguridad del Mundial.
La violencia en las canchas argentinas se cobró la vida de 286 personas, según la organización no gubernamental Salvemos al Fútbol (SAF), más miles de heridos, desde que apareció el fenómeno, en 1922.
La última víctima fue Luis Diego Areiza, de 25 años, simpatizante de Atlético Nacional, que resultó apuñalado en un dos facciones de su propia hinchada, horas antes de que se enfrentara a Newell's Old Boys. Las disputas internas en las hinchadas son cada vez más frecuentes en peleas por el liderazgo y el manejo de los negocios.
Nunca antes en Argentina se vio tan claro el maridaje del poder político y las 'barras bravas', o violentos del fútbol, como durante la década kirchnerista-cristinista. Desde 2003, esos energúmenos actúan a cara descubierta de guardias de choque de funcionarios políticos. Y a veces hasta hacen las veces de guardaespaldas. Por supuesto que ese 'servicio' no resulta gratuito.
A cambio gozan de luz verde para montar negocios sucios que geenran millones. Reventa de entradas, tráfico de drogas y alcohol en las gradas, montar chiringuitos, cobrar aparcamiento en los estadios, siempre en complicidad con los policías que hacen la vista gorda.
Si hasta la Presidenta Fernández ha confesado que cuando iba con Néstor Kirchner, su marido fallecido en 2010, a los estadios le "maravillaban" esos fanáticos en las gradas "colgados y con la bandera, nunca miran el partido, arengan, arengan y arengan". "La verdad, mi respeto para ellos", sorprendió la jefa de Estado.
Así, los capos barrabravas han devenido en una casta de 'nuevos ricos', acomodados a la sombra de la clase política y de los dirigentes del fútbol que los apañan. Hoy por hoy es posible verlos viviendo como pacíficos padres de familia en chalés de lujo y pilotando BMW y Mercedes Benz de alta gama.
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