Los rescoldos de los incidentes más graves de la Eurocopa parecen haberse apagado ya en Marsella, la ciudad que asistió el 11 de junio a la batalla más feroz entre ultras rusos y hooligans ingleses. Aquel combate dejó un hombre en coma, Andrew Bache, que ahora después de dos semanas asistido artificialmente fue trasladado a Inglaterra en un avión medicalizado a Southampton.
Según cuenta L'Equipe, la factura asciende a 20.000 euros y el seguro británico sólo llega a 12.000 por lo que la cantidad restante será abonada con la ayuda de los amigos de la familia Bache y algunos vecinos de Southsea, la localidad del hincha inglés al que llaman Pepe porque trabajó un tiempo en España. Andrew, que trabaja como repartidor en una cadena de supermercados, es padre de familia y gracias a las aportaciones de rifas, entre ellas un balón firmado por los jugadores del Portsmouth, de la cuarta categoría, podrá pagar el gasto del hospital de Marsella.
Las secuelas que le quedarán por el traumatismo cranoencefálico que sufrió son inciertas. Después de habersele dado clínicamente por muerto, ha dado síntomas de recuperación. Dice el diario francés que su caso recuerda al de Michael Schumacher. Que siga vivo es en gran medida gracias al masaje cardiacoque le practicó el policía Patrice Martin a los pocos minutos de sufrir la agresión.
No obstante, lo más estremecedor del reportaje, es lo que cuenta Mark, un amigo del hijo de Pepe, Harry. Es el testimonio de cómo sucedieron los hechos un relato que se inicia cuando estaban tomando unas cervezas en la terraza de un bar en Marsella. "Entonces llegaron los rusos. Iban armados con puños americanos y protectores bucales. Otros con martillos. Se lanzaron sobre nosotros y Andrew no pudo escapar. Le pegaron patadas, puñetazos y con una barra metálica".
"Los rusos estaban superorganizados. Viajaban con un médico. Uno de los rusos se llevó un buen golpe de uno de nuestros muchachos y mientras otros hooligans lo rodeaban para protegerlo, el médico del grupo le practicaba los primeros auxilios. Estaban organizados como un pequeño ejército y con un chico que les cuidaba en caso de sufrir algún duro golpe. Después supimos que les curaban las heridas en la habitación de un hotel para no tener que pasar por el hospital ante el riesgo de ser fichados".
L'Equipe cuenta también que Harry, el hijo de Andrew, directivo de una empresa australiana de seguros, rechazó 20.000 libras del Sun por la exclusiva de una entrevista. Los autores de la salvaje agresión no han sido identificados.
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