La Guardia Urbana detuvo la semana pasada a dos miembros del grupo ultra del Espanyol, las Brigades Blanc-i-blaves, por agredir a una mujer embarazada de ocho meses que vestía un niqab.
La mujer se llama K. y el lunes 29 de agosto paseaba tranquilamente por el barrio del Born de Barcelona junto a su marido y sus dos hijos. Viven en el Vallès, pero ese día decidieron pasarlo en la ciudad. Tanto ella como su pareja son marroquíes y profesan la religión musulmana. K. lleva niqab, la prenda islámica que cubre casi todo el rostro y únicamente deja los ojos al descubierto.
Pasaban las diez de la noche. Ya había oscurecido y se adentraron en la calle Princesa. Allí, la familia tuvo la mala suerte de toparse con dos intolerantes. No les gustó que K. llevase el niqab. Por eso la increparon y la insultaron por su forma de vestir. Y su marido respondió a los insultos. Se encaró a los dos hombres recriminándoles sus palabras.
Como era previsible la intolerancia no entiende de diálogo ni de justificaciones. Y menos con dos personas con un largo historial delictivo por agresiones fruto de su pertenencia a un grupo ultra como las Brigades Blanc-i-blaves, de ideología neonazi. La respuesta de los dos individuos fue empujar al marido que les había desafiado al osar replicarles. Y a los empujones le siguieron las agresiones.
Fue en este momento que K. decidió intervenir para proteger a su marido. Y los dos extremistas tampoco tuvieron reparos. Poco les importó que estuviera embarazada. Le propinaron una patada en el costado. Una mujer lo presenció todo. Sorprendida por la violencia que emplearon los dos hombres, se mantuvo a un lado, e incluso resguardó los dos menores, cuando su madre decidió implicarse en la trifulca. Fue esta persona la que dio la alerta a la Guardia Urbana. Los viandantes que se toparon con el episodio de violencia se interpusieron para proteger a la mujer y a los dos hijos a la espera de la llegada de la policía.
Los agentes de la Unitat de Suport Policial (USP) se presentaron a los pocos instantes e intervinieron. Detuvieron a uno de los agresores, al que imputaron inicialmente un delito de agresiones mientras que al otro le tomaron los datos. La mujer fue trasladada a un centro hospitalario. Allí se le realizó un chequeo que descartó que la patada dañara al feto.
Sin embargo, la investigación policial abierta siguió su curso. Una cámara de seguridad de un hotel próximo captó los hechos y los investigadores percibieron que la agresión tenía un móvil racista. Además, al introducir la identidad de los atacantes en la base de datos policial sus nombres y apellidos aparecieron relacionados con una larga lista de antecedentes por agresiones en el marco de los partidos de fútbol. Se ordenó su detención por un presunto delito de odio, discriminación y lesiones. Después de pasar a disposición del juez, quedaron en libertad con cargos.
La policía también se puso en contacto con el fiscal coordinador para delitos de odio y discriminación, Miguel Ángel Aguilar, que se ha personado en la causa y ha iniciado una investigación para determinar la gravedad de los hechos. El Ayuntamiento de Barcelona también se personará en la causa como acusación popular. El teniente de alcalde Jaume Asens pidió ayer a los servicios jurídicos que activaran el procedimiento para constar en la causa y participar de la instrucción. El gobierno municipal ya adoptó el mismo criterio de actuación en la causa judicial abierta contra el propietario de la librería nazi Europa, Pedro Varela, investigado por incitar al odio y a la discriminación.
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