La vida es eso que, ahora mismo, en este lugar y para toda esta gente, ocurre detrás de una puerta que dice “Vestuario local”. Un mes de trabajo, 4 toneladas de peso, 530 metros x 45 de tela, 750 litros de pintura, doce días de pintar bajo el sol, cinco artistas, semanas de cosidos, un dron alquilado solo para tomarle fotos desde arriba y 150 personas que se acercaron para hacer el trabajo de fuerza dependen de lo que está pasando detrás de una de las tantas puertas del estadio Gigante de Arroyito.
Son las once de la mañana y faltan 30 horas para el clásico rosarino. De este lado de la puerta, los hinchas de Rosario Central especulan con lo que pasa del otro lado de la puerta, donde representantes de bomberos y personal de seguridad evalúan si habilitan el ingreso de una de las banderas más grandes del continente.
La familia canalla se unió (grupos de hinchas históricos, agrupaciones, peñas, subcomisiones, entre otros) para estrenar, esta tarde, una bandera que quedará en la historia del folclore del fútbol argentino. La pintaron aquí mismo y las jornadas de trabajo implicaron hasta 15 horas diarias. Ocupará un 70% de la capacidad del estadio. Para trasladarla de un lugar a otro hay que contratar un camión o un micro y hacen falta más de cien personas para descargarla.
Pero pasan las horas y nadie dice nada. Y los rumores vuelan: que los socialistas se enojaron por el escudo peronista del diseño, que la calidad de la tela podría ser un problema, que dependen de un grupo de personas que nunca fue a una popular, que si la prohíben cortan las calles de la zona, o mañana no entran, etc.
Hasta que de la nada, en un mediodía de 36 grados, alguien dice que sí, que todo bien: la bandera fue habilitada. Bomberos y el personal de Seguridad salen de la puerta y les cuentan a los periodistas el resultado de las pruebas: “No está hecha con material inflamable”, es la declaración, y llega el alivio. Aunque toca seguir esperando para entrarla y dejarla lista (por orden policial) en la tribuna. Esperar hasta que “llegue un scanner” y pase la segunda prueba. Sí. Eso es lo que se dice de este lado, entre los ya casi 200 hinchas canallas.
Esta historia, como todas las historias, tiene subhistorias. Rody Soria anda por los cuarenta y pico y es de La Boca. Mientras camina como un loco a la espera de la decisión, recuerda que a sus 15 años, en la segunda bandeja de La Bombera, tocó su “primer telón”. Formaba parte de la barra de El Abuelo. En esa misma tribuna, más de 20 años después, y tras vender rifas, con un grupo de amigos le encargaría a otro amigo-que no era de Boca- una bandera de 30 metros por 4,5. Le pusieron “Jugador N 12 PTE”.
Lo inédito, o lo distinto, o las dos cosas juntas, fue que el artista usó un aerógrafo para pintar el trapo: delineó con un lápiz con aire y lo liquidó y rellenó con uno de esos sopletes para pintar autos. Corría el año 2005. A los meses pensaron en un minitelón que estrenarían en el Monumental. Lo hizo la misma persona, con los mismos materiales. Cuando la desplegaron, el mundo de las tribunas quedó paralizado: “los brillitos” del diseño eran de otro planeta. Ninguna otra hinchada tenía trapos pintados con aerógrafos.
Esa semana sonó el teléfono en La Boca. La hinchada de Lanús quería saber quién hacía esos trabajos, y si les podían hacer un telón pintado con aerógrafo. La respuesta fue cordial, aunque cortante: “Pintamos solo para Boca”. A la semana el teléfono volvió a sonar, pero en Lanús. “Para Boca pintamos gratis; pero estamos dispuestos a cobrarles por hacer la bandera que quieren”, dijo Rody.
Sacaron un presupuesto, se pusieron de acuerdo y la entregaron en 15 días. Ni bien apareció en la televisión, el teléfono volvió a sonar. Llamaban desde Mendoza. Y Rody Soria, y su ya “equipo de trabajo”, viajaron para pintar una bandera de 110 x 45 de Godoy Cruz. Y después lo de siempre, lo de todos los ambientes: una moda, una tendencia, algo que se instala, algo que pasa a ser deseado por todos, sin importar la originalidad ni el diferenciarse de los demás.
El ritual de Rody y “Megatelones”, como llamó y llama a su “Pyme” barrial, es pintar tu bandera gigante delante de los hinchas. Que vos puedas comer un asado mientras el equipo trabaja, que te saques fotos y disfrutes presenciar la producción de tu bandera. O que los ayudes a estirar cuando es necesario.
Con los años también brindarían el servicio de aerografía en bombos y paredones de barrio. Y se sumarían otros clientes: egresados, sindicatos, partidos políticos, fanáticos de bandas de música. Todo el mundo le encargaría trapos. El servicio es completo: se encarga de comprar la tela, de los cosidos y de pintarla. Ya hizo cerca de 100 telones. De las banderas de alambre, perdió la cuenta.
"Trabajo con el mismo amor y la misma pasión que le pondría a la bandera de mi equipo. Los trapos son mi vida y es un sueño vivir de esto. De chiquitito que amo la fiesta de las tribunas, el color. Y entiendo lo que siente cada hincha que me contrata. La bandera es tu piel, es tu cuerpo, es tu vida", afirma Rody.
Pero yendo a la bandera en cuestión -la de Rosario Central-, hay que contar que será la más grande del fútbol argentino. Superará a la de Talleres de Córdoba, de 400 metros (pintada por Rody, también), la más grande hasta el momento. Es un objetivo que la gente del club tenía en mente hace años, y hace meses comenzaron a vender bonos y pedir colaboraciones. El que no podía ayudar en lo económico se sumaba para coser u otras tareas. El equipo de Rody estuvo compuesto por cinco personas. Siempre hay al menos un estudiante de bellas artes o un diseñador gráfico.
"Ahora estamos -explica Rody- en otra etapa del trabajo. En la primera, solo estuvimos pendientes de que todo saliera bien. La gente de Central se encargó de comprar las telas y del cosido y nosotros del diseño y la pintura. Nos pasamos doce días acá. Como es tan grande, nos era imposible sacarle fotos con un celular. Hubo que contratar un dron para tomarle fotos desde arriba, y ver los detalles de cómo iba quedando. Ahora estamos en la segunda etapa. La terminamos el martes y nos volvimos a Buenos Aires. Pero ayer regresé. Hay que planear cómo entrar el telón, cómo acomodarlo, cómo tiene que caer, cómo organizarse".
Pero para que todo eso ocurra, hay que esperar a las noticias del otro lado de la puerta. Ya son las cuatro de la tarde -la gente estaba citada a las 11- y el scanner no aparece y aun no pueden entrar las 4 toneladas de tela.
Es un ejército de pibes. Hay desde niños con sus padres hasta veteranos. Uno detrás del otro y con tres metros de distancia, calculados a ojo. Todos ya están del otro lado de la puerta, con el telón sobre el hombro derecho. Caminan por la Zona mixta, pasan por la Sala de prensa y suben por escaleras hasta una de las bocas de acceso de la tribuna superior. El telón debe quedar en el estadio hasta este domingo. Así lo dispuso el Ministerio de Seguridad, luego de pasar “la prueba del scanner”. Durante la madrugada habrá hinchas que se pasarán la noche en el estadio, cuidándolo. Quedará envuelto. Nadie quiere, o nadie puede, hablar sobre el diseño. Prefieren que sea una sorpresa para la gente. Aunque ya hubo fotos de pedazos de bandera que se filtraron.
De lejos, la imagen se parece a esos dibujitos de hormigas que llevan el pan al hombro. Desde el campo de juego Rody y otros muchachos de Central dan las indicaciones: “Que el grueso del amarillo quede a la altura de la popular local, que caiga desde arriba de la tribuna superior y no desde el primer escalón, estirarla bien en cada una de las cuatro esquinas donde terminan las tribunas". El día esperado llegó. O no. El segundo día más esperado. Porque todo este trabado es para esta tarde.
Serán cerca de 200 personas que están aquí desde hace seis horas bajo un sol que está insoportable. A eso hay que sumarle el tiempo de trabajo de producción de un mes. Todo para que esta tarde, cuando los jugadores salgan a la cancha, muestren el telón durante dos o tres minutos. No más que eso. También hay todo un trabajo para el recibimiento del equipo, pero esa es otra historia. Y si eso no es amor por la camiseta, ¿qué es?
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