Las agresiones de aficionados a jugadores de fútbol en pleno partido se han convertido en la principal preocupación en los últimos días. Tras el incidente sucedido en el Betis - Sevilla, la Premier League ha vivido hasta dos agresiones diferentes en el mismo fin de semana. A diferencia del duelo de Copa del Rey, los dos encuentros británicos continuaron como si nada hubiera pasado. Una estrategia contraria que llega meses después de ver gradas vacías por la Covid-19.
La Premier League ha condenado ambas agresiones a jugadores. Además, la federación inglesa de fútbol ya investiga lo sucedido y en ambos escenarios se han detenido a los presuntos agresores tan solo unas horas después de que se produjeran los ataques. Sin embargo, es llamativa las diferencias entre la actuación de las autoridades británicas y las españolas. Mientras en el fútbol inglés se ha apostado por reducir el efecto de estas agresiones, en España se ha pagado con la suspensión del encuentro.
La primera de las escenas se produjo en el Everton - Aston Villa del pasado sábado. Los jugadores del Villa anotaron en el tiempo de descuento de la primera mitad. En plena celebración, la plantilla del equipo se marchó a festejar el tanto a uno de los córneres. En ese grupo estaba también Lucas Digne, exjugador del Barça y hasta hace unos días jugador del propio Everton. La celebración no contó con ninguna aparente provocación a la grada, pero fue imposible impedir el lanzamiento de objetos
Lucas Digne y Matty Cash fueron los grandes dignificados. Desde la grada cayeron botellas de agua, mecheros y hasta una barra de pan, según informan medios ingleses como The Sun. Además, los jugadores no dejaron pasar la escena y quedaron tendidos durante unos segundos en el césped. Pese a ello, el colegiado no frenó el encuentro y las dos plantillas pudieron retirarse a vestuarios sin mayor inconveniente.
El ataque por parte de aficionados no tuvo ninguna consecuencia en el partido. Las imágenes corrieron como la pólvora en el tiempo de descanso y el colegiado pudo observarlas con detenimiento. Sin consecuencias en el transcurso del partido, el aficionado en cuestión fue detenido horas después y se prevé que no pueda entrar nuevamente en el recinto deportivo.
El hecho pudo quedar como algo aislado, pero horas después dos aficionados volvieron a protagonizar un ataque en el Chelsea - Tottenham. El encuentro disputado el domingo acabó con un marcador de 2-0 a favor de los de Tuchel. Pero, además, contó con un intento de agresión al defensa alemán Antonio Rüdiger.
El colegiado tuvo que intervenir en el minuto 73 a la vista de que los aficionados estaban lanzando objetivos al terreno de juego. La zona que protagonizó los hechos era la del sector visitante. El propio Rüdiger se dio cuenta, pues devolvió una especie de linterna pequeña que le golpeó en la espalda. La decisión del árbitro, lejos de parar el duelo, fue pedir que se reforzara la seguridad en dicha parte de Stamford Bridge.
El miedo que existe entre los protagonistas del fútbol británico es el de acabar con el característico ambiente de la competición. Los fans tienen cada vez más peso en su fútbol, tal y como se vio con la crisis de la Superliga, y suspender un duelo ya comenzado podría ser un riesgo. "Si se trata de una nueva tendencia, debemos actuar juntos para asegurarnos de que se detenga lo antes posible, para proteger el fantástico entorno y la atmósfera única de Inglaterra", llegó a apuntar el entrenador Tuchel al término del encuentro.
Las autoridades inglesas, tras estos dos incidentes, ya reconocen a la prensa local que la situación está "empeorando" respecto a los últimos tiempos. El fin de las restricciones por la Covid-19 ha provocado el regreso masivo a las gradas. Y, como ya han indicado también en España, los incidentes vinculados con actitudes de los aficionados se han convertido en un problema para organizadores y clubes.
El fútbol español, tajante
Las dos decisiones de la organización inglesa choca con la que se temió en España la hace unos días. El duelo entre el Betis y el Sevilla correspondiente a la Copa del Rey se suspendió después de que un aficionado lanzara un palo de PVC. El objeto golpeó a Joan Jordán, del Sevilla, y el colegiado decidió suspender el duelo. Horas después pudo reanudarse, pero a puerta cerrada y tras un largo debate.
El fútbol español no está por la labor de dejar que la violencia vuelva al deporte. Por ello, Javier Tebas ya advirtió de los controles que se debían realizar. El presidente de la patronal, preguntado por el aumento de violencia (verbal o física) en los estadios, fue tajante: "Queremos cuidar esta situación porque la habíamos erradicado y ahora parecen haber vuelto algunos grupos. Vamos a ver cómo podemos trabajar para que esto no ocurra más".
El ejemplo que no se debe seguir, y que puso Tebas, es el de Francia. La competición gala ha tenido que parar varios partidos esta temporada por agresiones de los radicales. Desde botellazos a jugadores en pleno partido hasta asaltos al campo para batallas campales entre ultras rivales. Un escenario que ha llegado a afectar al gobierno galo, que recientemente sancionó a dos clubes con su expulsión de la Copa por los incidentes vividos.
España resiste y continuará controlando el comportamiento de los aficionados más violentos en los campos de fútbol. La suspensión del pasado derbi de Copa marca un precedente después de años sin casos de este tipo, al menos denunciados con tal ímpetu. Mientras tanto, Francia sigue buscando una solución y la Premier opta por reducir su efecto en los partidos.
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