El fútbol español se ha visto manchado en la última semana por la acción de los ultras. El derbi entre el Betis y el Sevilla en la Copa del Rey se suspendió por la agresión de un aficionado radical a Joan Jordán con un palo de PVC. Días después, el autobús del Atlético de Madrid fue atacado en su llegada al estadio de la Real Sociedad. Los grupos violentos, por tanto, siguen en activo en el fútbol de élite. Pese a perder poder en los clubes y a haber disminuido su relevancia desde la pandemia, su actividad sigue haciéndose notar en los estadios y manteniendo su vinculación con movimientos políticos radicales..
Según fuentes de investigación consultadas especializadas en este tipo de organizaciones, todavía a día de hoy se producen partidos en los que se teme que puedan ocurrir graves incidentes. Sin embargo, a pesar de la fuerza que todavía poseen algunas de estas organizaciones, los expertos en esta materia a nivel policial sostienen que el panorama ha cambiado mucho en los últimos 15 años.
"Hay menos peleas, menos quedadas. Puede seguir habiendo aficiones que, en partidos de alto riesgo, vayan a buscarse las unas a las otras y que lo consigan, pero normalmente es más complicado que pase". El agente que pronuncia estas palabras pasó largos años tras las huellas de los ultras del fútbol. Por eso sabe que ahora la protección es mayor en los estadios.
Las barras bravas entran siempre en los recintos deportivos escoltados por agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP), más conocidos como antidisturbios. "Antes se buscaban por las calles, y con cualquier partido que medianamente se considerara de alto riesgo acababa produciéndose una pelea". Eso ya no ocurre, ni mucho menos con tanta frecuencia.
Un fenómeno que si está proliferando es que las bandas rivales hablen entre sí y discretamente acuerden un lugar apartado de las calles concurridas de los estadios para pegarse. Los expertos en la materia aseguran a este diario que incluso los propios líderes de las organizaciones enfrentadas se contactan, acuerdan un lugar y unas condiciones para el combate y lo llevan a cabo de ese modo. Incluso viajando a un territorio neutral o entre grupos de distintos países.
Una evolución que se da en su forma de financiarse. Antes vendían mano a mano sus productos. Ahora algunos cuentan hasta con páginas web donde distribuir su marca. Sin embargo, por encima de todo están las actividades delictivas como principal fuente de financiación. Los Boixos Nois, extintos en el Camp Nou, son el ejemplo de cómo nutrirse financieramente a base de prostitución, narcotráfico y extorsión.
La Covid frena su influencia
El trabajo realizado en los últimos años ha ayudado a disminuir el poder de los ultras en el fútbol. Igualmente, la llegada del coronavirus y el posterior cierre de los estadios también facilitó la inacción de los radicales. Así consta en los datos que presenta el informe 2019/2020 de la Comisión Estatal contra la Violencia en el Deporte, el primero influido y el único publicado con la Covid-19 presente.
El informe tiene en cuenta las 11 jornadas que se disputaron tanto en Primera como en Segunda División a puerta cerrada. En total se constaron unos 7.000 desplazamientos de grupos de riesgo a lo largo de toda la temporada, produciéndose en la segunda vuelta prácticamente la mitad que en la primera.
Respecto a la 2018/2019, sin ningún tipo de restricción, estos desplazamientos descendieron en un 4,62%. También cayó el porcentaje de aficionados expulsados en todas las competiciones profesionales (fútbol y baloncesto masculinos) en un 53,5%. Y las propuestas de sanción por altercados se rebajaron en 279. El informe detalla que no se produjo ningún ataque a los autobuses de los equipos, justo lo que se ha producido esta semana antes del Real Sociedad - Atlético, y sí que recoge un intento de agresión o agresión a un colegiado.
A pesar de que hubo 11 jornadas sin aficionados en las gradas, los datos de Comisión cuentan con un aumento de actos racistas o xenófobos, que se vieron multiplicados por seis respecto a los datos de la 2018/2019. Si se analiza la actividad más radical por comunidades autónomas, Baleares fue la que más intervenciones de la Guardia Civil necesitó (5,5%), seguida de Murcia (5,3%) y Navarra (3,1%).
La actividad más reciente
España ha evitado la actividad radical que se ha producido en su entorno. Italia, por ejemplo, sigue teniendo una fuerte presencia ultra en sus estadios. La Premier League, como se pudo ver con la crisis de la Superliga, vio cómo aficionados sin el aspecto habitual de los tradicionales hooligans eran capaces de asaltar el estadio del Manchester United como forma de protesta. Y Francia, cuya liga podría generar expectación por fichajes como el de Leo Messi, se ha convertido en protagonista por los constantes altercados entre ultras en las gradas, agresiones a jugadores incluidas.
A pesar de que La Liga se mantiene lejos de esa situación incontrolable, la violencia ha aumentado en los últimos meses. Javier Tebas, presidente de la patronal, ya advirtió de que con la vuelta del público se había detectado un aumento de este tipo de actitudes. De hecho, alertó de que había que actuar con dureza para evitar situaciones como las de la Ligue-1. En las dos últimas semanas, el peor de los escenarios se ha adueñado de la actualidad deportiva.
El primero de los ataques se produjo en el derbi entre el Real Betis y el Sevilla en el partido de Copa del Rey. Un aficionado del Villamarín, situado en el fondo habitual de los ultras béticos, lanzó un palo de plástico que impactó en la cabeza de Joan Jordán. Más allá de polémicas entre los clubes sobre si el golpe fue suficiente como para aplazar el partido, lo destacable es que el seguidor bético que ha sido detenido cuenta con antecedentes por malos tratos, lesiones y robo con fuerza.
El más reciente se produjo en los prolegómenos del Real Sociedad - Atlético, también correspondiente a la Copa del Rey. El autobús del cuadro rojiblanco llegó a Anoeta envuelto en una turba de bengalas y aficionados locales. El vehículo en el que se les transportaba recibió el impacto de varias piedras y hasta Simeone denunció un dispositivo de seguridad insuficiente. El Gobierno vasco se ha defendido, pero las imágenes reflejan la situación de tensión.
El ejemplo de Madrid y Barça
El gran paso en la lucha contra los ultras en España lo dio Joan Laporta en su acceso a la presidencia del Fútbol Club Barcelona. El nuevamente presidente culé prometió en 2003 expulsar a los Boixos Nois (fundado en 1981). Este tradicional grupo de ideología de extrema derecha había mantenido buena relación con anteriores líderes azulgranas y contaba hasta con un cuarto en el Camp Nou para guardar su material.
Laporta acabó con esa complicidad y en 2004 les expulsó y cortó cualquier tipo de relación. De esta manera, Boixos Nois perdió relevancia dentro del barcelonismo hasta la actualidad, donde apenas cuentan con protagonismo más allá de algún recibimiento a los jugadores o desplazamientos fuera del estadio blaugrana.
La actividad del grupo sigue. Sus primeros delitos llegaron el 13 de enero de 1991, cuando cinco de sus miembros cometieron el que se considera el primer asesinato ultra en España. Un joven francés de 20 años, Fréderic François Rouquier, fue asesinado por ser aficionado del Espanyol en Sarrià. Desde entonces se han sucedido sus acciones y, por ejemplo, en 2020 atacaron a un histórico líder ultra de Brigadas Blanquiazules (Espanyol). Pese a que en noviembre de 2021 la Policía Nacional 'descabezó' la cúpula del grupo, algunos de sus miembros siguen dejando rastro en redes sociales.
La actuación del Real Madrid contra los ultras llegó más tarde, pero llegó. Florentino Pérez fue quien impulsó el fin de los radicales en el Santiago Bernabéu. Y, al igual que Laporta, lo hizo asumiendo amenazas contra su persona y su entorno. El actual presidente merengue inició el fin de la presencia de Ultras Sur (también de extrema derecha) en 2013 quitándoles del fondo sur y en 2014 se produjo su expulsión definitiva.
Una de las claves del fin de Ultras Sur en el Santiago Bernabéu estuvo en las peleas internas, habituales en todo grupo radical. La nueva generación de ultras intentó hacerse con el control del fondo. Lo hizo con un aficionado nazi del Atlético de Madrid como 'jefe'. Una batalla en las inmediaciones del estadio situó al grupo en todos los titulares y precipitó su final. Casi 10 años después, al igual que Boixos Nois, el Real Madrid no cuenta con presión alguna de los ultras.
Actualmente, entre los clubes de Primera División, hay otros que viven una situación similar a los dos grandes del fútbol nacional. El Villarreal, por ejemplo, no cuenta con un grupo radical característico. El más conocido fue Colectivo Aldeano, aunque no contaban con ninguna tendencia ideológica marcada y en 2014 anunció su cese.
Tampoco al Granada se le conoce un grupo radical en la actualidad, pues la Sección Kolokón creada en 2005 anunció en 2018 su marcha "indefinida" recalcando que nadie les había expulsado. Algo similar sucedió con los Celtarras del Celta de Vigo, que en 2019 emitieron un comunicado anunciando su disolución como grupo organizado. En 2016 protagonizaron una pelea en las calles ante ultras del Betis y en 2021 la LFP pidió 4 años de prisión para diez radicales de dicho grupo por un ataque de a hinchas del Mérida FC en 2018.
El Valencia, inmerso en una crisis institucional desde la llegada de Peter Lim, también apostó por acabar con la presencia de ultras en su curva. El club che emitió un comunicado donde daba por concluida cualquier tipo de vinculación con Yomus (extrema derecha). "El Valencia CF rechaza reunirse con un grupo de personas en representación de Ultra Yomus", indicaron el pasado noviembre. Así, tras la disolución de la grada de animación que conformaban dos grupos, la entidad evitaba dar poder a Yomus. Los radicales, durante años conocidos por ser de los más duros de España, vieron el inicio de su fin en Mestalla en 2019.
Y, por último, está el caso del Rayo Vallecano. El cuadro madrileño cuenta con Bukaneros (extrema izquierda) como grupo representativo de su fondo. Estos no tienen relación alguna con el club y hasta mantienen una guerra con el presidente Raúl Marín Presa. Este, desde que está al frente, ha buscado poner fin a la presencia ultra en Vallecas y lleva tiempo trabajando para acabar con cualquier poder de estos en el equipo.
Bukaneros fue vinculado con un sabotaje al circuito de luz del estadio de Vallecas antes de un partido contra el Real Madrid en 2013. También se ha relacionado a sus miembros con altercados en huelgas como la del 14-N de 2012 y en 2015 su sede fue registrada reteniéndose hasta a 200 personas. El gran triunfo del grupo llegó en 2019, cuando se suspendió el duelo ante el Albacete por insultos de "nazi" al jugador Zozulya. Su vinculación con movimientos políticos es notable.
Los ultras siguen con poder
A pesar de la acción de algunos clubes contra estas organizaciones, hay otros muchos equipos que siguen convirtiendo sus estadios en ollas de presión para los rivales gracias a los ultras. El Atlético de Madrid, sin ir más lejos, es uno de los grandes representantes del fútbol español que mantiene esa ala radical con peso en el funcionamiento del equipo.
El cuadro rojiblanco cuenta con el histórico grupo del Frente Atlético. De ideología de extrema derecha, tienen contacto hasta con la plantilla. Según el diario Marca, recientemente se han reunido con los jugadores para tratar la crisis de resultados. El año pasado también buscaron un encuentro con la plantilla para abordar la crisis de la Superliga. Y el mismo 2021, con una mala racha en febrero, varios de los ultras acudieron al entrenamiento con bengalas.
El Frente Atlético importa en la actualidad rojiblanca, pero en su historial destacan desde presuntos asesinatos hasta peleas con ultras rivales. El principal ataque en su larga trayectoria se produjo el 8 de diciembre de 1998 y se cobró una víctima: Aitor Zabaleta. Este hincha de la Real Sociedad recibió una puñalada en el corazón cuando tenía 24 años. Su error fue acudir a un bar donde había ultras del Frente, concretamente de la sección Bastion. Zabaleta perdió la vida -se la quitaron- y marcó un precedente entre los ultras del fútbol español.
Lejos de quedarse en un hecho aislado, la historia se volvió a repetir el pasado noviembre de 2014, cuando los radicales del Deportivo de La Coruña (Riazor Blues) y del Frente Atlético protagonizaron una batalla campal. La víctima en esta ocasión fue Jimmy, miembro del grupo deportivista que recibió una paliza y perdió la vida a orillas del Manzanares. El caso se cerró ante la imposibilidad de encontrar a un culpable, pero recientemente se ha reabierto la investigación por la aparición de un testigo clave.
Por si fuera poco, en 2018 se volvió a derramar sangre, esta vez en el Wanda Metropolitano. Una de las facciones del Frente apuñaló a un joven de 22 años antes de duelo ante el Sevilla. En este caso, se pudo comprobar que el agredido también llevaba ropa del Frente Atlético, por lo que no fue una pelea entre grupos de diferentes clubes. El atacante fue Nacho 'El Raciones', involucrado también en el asesinato de Zabaleta y que acuchilló en tres ocasiones al joven de su propio equipo.
Lejos de la capital también se puede observar el poder de los ultras. El Sevilla es uno de los equipos donde estos grupos siguen siendo importantes. Los Biris (extrema izquierda) son el grupo mayoritario y que sigue implicado en altercados. Su influencia llega a tal punto que el pasado septiembre hubo cinco detenidos por atacar a la Policía en un partido del filial sevillista.
En 2018 se detuvieron a otros nueve por agredir a un aficionado del Betis. Y en 2016 atacaron un bar donde había seguidores del Betis y la Juventus. En los últimos tiempos no se han conocido reuniones con la plantilla, pero en 2018 LaLiga investigó un encuentro entre Biris y el equipo después de que estos se presentaran en el entrenamiento. Como en el caso del Atlético, asistir a estas sesiones preparatorias es una forma de entablar un encuentro personal ultras-plantilla.
Sus rivales son los ultras del Betis, cuya facción más importante es la de Supporters Gol Sur. El fondo está en boca de todos tras la agresión a Joan Jordán, pero los conflictos internos también han generado peleas entre los radicales. El día del derbi, sin ir más lejos, hubo un conflicto con Family United. La división viene de presuntas diferencias ideológicas y por ver quién lleva 'la voz cantante' en el fondo.
Esos duelos internos ya se produjeron el año pasado, cuando entre 30 y 60 ultras se enzarzaron en una batalla campal, según informó Diario de Sevilla. En 2020 se enfrentaron a algunos representantes de Ultras Sur (Real Madrid), en 2019 repitieron contra miembros de Biris y en 2018 hicieron lo propio, con bengalas de por medio, con aficionados del Milan.
La zona norte
Los clubes del norte del mapa también mantienen grupo ultra en sus gradas. Y todos con un término común: su tendencia aberzale. El Athletic tiene a los Herri Norte y la Real Sociedad a la mítica Peña Mujika (ahora con RSF Firm). Osasuna destaca por los Indar Gorri y el Alavés, entre sus muchas peñas, cuenta con Iraultza 1921 como gran representante.
Todas se unieron, por ejemplo, para emitir un comunicado pidiendo acudir a una manifestación en favor de "los presos políticos y sus familias". O lo que es lo mismo, una manifestación en favor de los presos de ETA. Su petición acabó siendo rechazada consecuencia de una pugna en la izquierda aberzale, pero refleja la tendencia ideológica de estas organizaciones.
De forma individual, los radicales de la Real Sociedad han tenido su mayor protagonismo esta semana con el recibimiento a base de piedras del autobús del Atlético. Los Indar Gorri de Osasuna comandaron las pitadas a Chimy Ávila por su polémica camiseta de Santiago Abascal y en el pasado protagonizaron peleas contra ultras de Yomus, Ultras Sur o Symmachiarii (ultras del Oviedo). Algunos de sus actos se compaginaban con sus relaciones con directiva y jugadores del club, ahora de menor relevancia.
Los Herri Norte del Athletic pueden ser los que más altercados han vivido en los últimos años. En 2016, sin ir más lejos, estuvieron presentes en los incidentes contra los violentos ultras del Marsella. Sin embargo, el suceso con peor final se produjo en 2016, cuando los enfrentamientos con radicales del Spartak acabaron con la vida de un ertzaina al que le dio un infarto durante una carga.
Grupos con menor impacto
El resto de clubes de la competición, a excepción de Madrid, Barça, Granada y Villarreal, también cuenta con aficiones conocidas como ultras. En la capital están los Comandos Azules del Getafe (extrema derecha), en el Mediterráneo están los Ultras Levante 1985 o los Jove Elx del Elche (se marcharon hasta que se quitaran las medidas de restricción en la grada); y en Baleares los Supporters del Mallorca (recientemente implicados en una pelea con los del Espanyol).
El Espanyol también cuenta con grupo ultra con los RCDE FIRM presentes en la grada de animación. De extrema derecha, 11 de sus miembros fueron condenados el pasado noviembre a pena de prisión (sin cumplir por no tener antecedentes) tras agredir a una persona por, supuestamente, ser de extrema izquierda. Anteriormente contaban con un grupo de peso como Brigadas Blanquiazules, pero sus miembros o desaparecieron o se sumaron a otros grupos menores.
Por último, el mapa ultra lo cierra el Cádiz con sus Brigadas Amarillas (extrema izquierda). Entre sus peleas más recientes están las protagonizadas contra Biris (2018) o Frente Bokerón, del Málaga, en 2019.
Los ultras siguen con vida en el fútbol español. El poder de sus grupos ha caído con respecto a épocas pasadas. Sin embargo, pese a los esfuerzos de clubes (algunos) y competiciones, siguen teniendo en sitio en la grada y cierta relevancia en el día a día de cada equipo.
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