El aumento de la violencia en los estadios de Francia puso en jaque a la Ligue-1 hace unos meses. La situación llegó a tal punto de tensión que las críticas al gobierno de Macron no tardaron en producirse. Sin embargo, y a la espera de un plan real para frenar el poder de estos grupos en los equipos, ha sido la ola de coronavirus protagonizada por ómicron la que ha devuelto la paz a los campos de fútbol.
Francia, después de numerosos incidentes desde agosto hasta diciembre, ha conseguido sofocar estas actitudes en los recintos. La Ligue-1 regresó el pasado fin de semana del 8 de enero y, desde entonces, las escenas de violencia en la grada se han minimizado notablemente. La atención está puesta al completo en el fútbol y el peso de los violentos se ha reducido.
La principal causa de este descenso de agresiones verbales o físicas no es otra que la variante ómicron. Los contagios en Francia han aumentado y las autoridades han optado por aplicar nuevas restricciones. El deporte no ha quedado exento de estas medidas y la reducción de aforos, mientras en España o Inglaterra se está apostando por mantener buenas entradas en los estadios, ha sido notable.
El pasado mes de diciembre ya se anunció que a partir del 3 de enero no se iban a poder meter más de 5.000 espectadores en recintos abiertos. Por lo tanto, los campos de fútbol de la Ligue-1 han visto notablemente dañados sus ingresos por venta de entradas. La parte positiva es que a menos aficionados, más facilidad para controlarlos.
La medida tiene un vigor de tres semanas, pero en ningún momento se descartó poder ampliar su duración si la situación no cambiaba. De hecho, el gobierno francés ya ha anunciado la imposición de un pasaporte Covid para entrar en cualquier recinto deportivo que afectará a los propios jugadores. Esta modificación llegara´´a "tan pronto como se promulgue la ley" y también afectará a aquellos aficionados que no hayan recibido la pauta completa de la vacuna contra la Covid.
Así las cosas, Francia ha ganado tiempo para buscar una solución al aumento del poder de los ultras. Hasta el momento solo se han tomado medidas férreas en una ocasión expulsando a los equipos. La Covid fue un alivio y hasta en España se comprobó cómo con el aumento de los aforos fue acompañado de un incremento de sanciones a los clubes por comportamientos antideportivos de algunos aficionados.
Un año imparable
El inicio de la temporada 2021/2022 supuso el regreso en masa de los aficionados a la grada. Después de tanto tiempo, lo que parecía una noticia que celebrar se convirtió en el dolor de cabeza de los gobernantes franceses. Tanto las directivas de los clubes (presionadas por algunos grupos de radicales) como las autoridades galas se vieron contra las cuerdas por las escenas vividas.
La Ligue-1, en lo que va de temporada, ya ha visto cómo ultras de dos equipos invaden el terreno de juego para iniciar una batalla campal. Además, también se han producido agresiones desde la grada con jugadores como víctimas y en meses previos se llegaron a observar asaltos de los radicales a las instalaciones de cada club para presionar a los jugadores.
Desde el Ministerio de Deportes francés se han propuesto algunas medidas como el aumento de los controles en las entradas al recinto deportivo o modificar reglamentos para que los colegiados tengan el poder suficiente para poder suspender un partido de forma inmediata al darse una situación de agresión. Estas semanas de contagios han permitido rebajar el clima de tensión en una grada cada vez más exaltada.
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