La final de Copa entre el Barça y el Athletic de Bilbao del próximo viernes será noticia no sólo por lo deportivo, sino también por lo político. La pitada al himno nacional propuesto por aficionados de ambos conjuntos ha provocado airadas reacciones de cargos públicos. Esperanza Aguirre ha sido la que más lejos ha ido al solicitar la suspensión del encuentro y su disputa a puerta cerrada. La petición no es tan descabellada desde el punto de vista jurídico. La Francia de Sarkozy ya impuso medidas similares hace cinco años. Allí está prohibido pitar el himno de la Marsellesa en los encuentros deportivos de sus selecciones nacionales.
El mecanismo es sencillo: si durante estos acordes se produce algún gesto de protesta, el partido se suspende automáticamente y se retoma cuando las autoridades estimen oportuno.
Además, los responsables políticos presentes en el palco deben abandonar su posición como protesta por lo que en nuestro país vecino se considera una altercado grave que iguala estas manifestaciones anti-patrióticas con cualquier otro tipo de incidente violento.
La medida fue instaurada a finales de 2008 después de que un partido amistoso entre Francia y Túnez se convirtiera en una manifestación política contra el Estado galo. Fue en octubre de 2008 cuando el Stade de France albergó este choque. Las gradas del coliseo parisino presentaban un espectacular lleno que, sorprendentemente, tiñó sus asientos de rojo: había mayoría tunecina.
Inmigrantes procedentes de todo el país y franceses de segunda y tercera generación acudieron al partido con la voluntad de animar a los suyos y, de paso, mostrar su desacuerdo por las políticas de inmigración que había tomado el Gobierno de Sarkozy en el inicio de su mandato.
El acuerdo al que se llegó fue similar al que han llegado las aficiones del Barça y el Athletic para el próximo viernes en el Vicente Calderón: silbar el himno. En aquel caso, el francés. La amplia mayoría de aficionados tunecinos provocó que los acordes de la Marsellesa apenas se escucharan.
Precedentes franceses
El revuelo en todo el país fue generalizado. Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia gala. Un año antes, otro amistoso entre Francia y Marruecos vivió un episodio similar, eso sí, sin la virulencia del caso tunecino.
En 2001 otro amistoso ante Arabia Saudí abrió los capítulos de estas protestas que continuaron en la final de Copa de 2002. Aquel duelo enfrentaba a los corsos del Bastia contra los bretones del Lorient. Entonces se escucharon abucheos a "La Marsellesa" en una reacción que fue interpretada como un rechazo al centralismo de París.
Las medidas contra las protestas anti-himno fueron anunciadas por la ministra de Sanidad, Juventud y Deportes después de que Sarkozy llamara a consultas a su gabinete y al presidente de la Federación Francesa de Fútbol, Jean-Pierre Escalettes.
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