Hay muchos criterios -objetivos y subjetivos- que permiten evaluar cuál es la mejor liga de fútbol del mundo. Bajo muchos de ellos, entre los que podemos mencionar las finanzas de los clubes, el rendimiento deportivo de los equipos, y la estructura organizacional, la liga alemana se presenta como una de las grandes del fútbol internacional.
Pero es cierto, hay aspectos en los que la Bundesliga está por debajo, muy por debajo, de las dos ligas que hoy por hoy son sus principales competidoras: la española y la inglesa. ¿Ejemplos? En la Primera División juegan cada fin de semana Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. En la Premier League hay mucho dinero, allí solo por los derechos de televisión locales ingresarán 3.000 millones de libras hasta el 2018.
El aficionado es lo más importante
Aún así, sin Messi, sin Ronaldo, y con apenas 560 millones de euros de recaudación por transmisiones televisivas, hay algo en lo que la Bundesliga es la envidia del fútbol mundial: el protagonismo de la afición. En el fútbol alemán no sucede nada que no sea PARA la afición, y CON la afición. Ella será la que al final disfrutará al máximo, sin importar dónde esté: en la tribuna, en casa, en el extranjero...
Todos los clubes profesionales en Alemania, en virtud de la regla del 50+1, están en manos de los socios, es decir, de los hinchas con voto y una voz que se escucha. Además, mientras en otros países la comercialización del fútbol aleja cada vez más y más a los aficionados de los estadios, la Bundesliga hace todo para facilitarles el ingreso.
El promedio de asistencia por partido en Alemania supera cada año los 42.000 espectadores. Algo que no sorprende cuando se sabe que a la mayoría de los juegos es posible ingresar por menos de 20 euros, que usualmente cubren el derecho a abordar el transporte público gratis, incluso con transbordos de una ciudad a otra.
En el resto de las ligas importantes, los precios más económicos desbordan el presupuesto del ciudadano común y corriente. En Alemania el fútbol sigue siendo un entretenimiento popular, y los clubes no solo apoyan a las peñas de aficionados en sus actividades, como las espectaculares coreografías que partido a partido realizan, sino que también reservan en sus estadios el 10 por ciento del aforo para que los seguidores del equipo rival puedan respaldar a los suyos lejos de casa.
Disfrutar del deporte
Y una vez que el balón empieza a rodar, el aficionado tienen la certeza de que va a ser testigo del clímax del balompié: el gol. En la Bundesliga se anotan en promedio 3,31 goles por partido, más que en cualquier otro lugar de Europa. Y los empates sin goles son raros: apenas representan el 7 por ciento del total del campeonato.
Y eso que tanto nos gusta, ver goles, lo tenemos en la Bundesliga a granel como resultado de un fútbol dinámico, ofensivo y, por consecuencia, atractivo, que es posible gracias a la oportunidad que la liga les da a los novatos provenientes de la cantera. Alemania tiene el promedio más bajo de edad de Europa en las plantillas profesionales: 25,7 años por equipo.
Y esas canteras producen estrellas que de pequeñas se sentaban con sus padres, con sus abuelos, e incluso con sus madres y tías, en las tribunas del estadio a animar al equipo de sus corazones. Así, como parte de ese espectáculo familiar que es la Bundesliga, siendo niños, se dio el primer contacto con el fútbol para muchas estrellas actuales de Alemania: Marco Reus haciéndole barra al Dortmund, Manuel Neuer sufriendo con el Schalke, Philipp Lahm apoyando al Bayern.
Y esas canteras producen estrellas que de pequeñas se sentaban con sus padres, con sus abuelos, e incluso con sus madres y tías, en las tribunas del estadio a animar al equipo de sus corazones. Así, como parte de ese espectáculo familiar que es la Bundesliga, siendo niños, se dio el primer contacto con el fútbol para muchas estrellas actuales de Alemania: Marco Reus haciéndole barra al Dortmund, Manuel Neuer sufriendo con el Schalke, Philipp Lahm apoyando al Bayern.
La de Alemania no solo es una liga que les brinda una oportunidad a sus jóvenes, sino que también les permite despegar a la fama internacional a muchos foráneos. En la Bundesliga ha habido siempre una buena mezcla de futbolistas locales junto a extranjeros en pleno proceso de formación y con ansias de tallar su nombre en la lista de los mejores jugadores del mundo. Basta nombrar como ejemplos al francés Franck Ribéry, el austríaco David Alaba, el chileno Arturo Vidal, el brasileño Lucio, el peruano Claudio Pizarro, el español Daniel Carvajal, el japonés Shinji Kagawa o el polaco Robert Lewandowski.
El valor de la equidad
La infraestructura de la Bundesliga también está pensada en busca del equilibrio entre el fútbol y su afición. En ningún otro país del mundo se elabora el calendario de la temporada con más anticipación que en Alemania, donde, por cierto, el hincha puede confiar en que los clubes velarán por proteger sus intereses antes de vender el alma al mejor postor para enriquecer a un par de empresarios.
Por eso los equipos pueden exhibir con orgullo unas finanzas saludables, algo que es considerado en la Bundesliga una obligación para poder competir, basados en la repartición solidaria y equitativa de las ganancias que arroja el campeonato. Los alemanes están libres de las multimillonarias deudas que se ven en algunos clubes ingleses, y de la necesidad de ser subsidiados por dineros del erario público, como es el caso de algunos equipos en España.
Y lo más atractivo de la Bundesliga es que todos los aficionados, da igual cuán chico sea su equipo, pueden tener fe en que la regla no escrita del fútbol alemán se aplicará: cualquiera puede ganar. Y es que efectivamente en el campeonato teutón no hay partidos de trámite como en otras ligas. Hay favoritos, sí, pero no ganadores de antemano.
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