Tan pequeños y tan inconfundibles. Ambos de rojo y blanco. Como casi todos. Pero se les diferencia desde lejos. Como si alrededor existiera un aura de buenas vibraciones. La mayoría les ha reconocido. Son Auxi y Gari, los niños que han elevado los colores de sus equipos a un nivel que trasciende el fútbol. Están cerca de la puerta cuatro del Calderón y las cámaras se acercan buscando una imagen. Atienden a todos, incluidos a nosotros, con un saber estar más propio de un adulto que de una niña de 8 años y un niño de 9.
Gari lleva cara de preocupación. «Tiene ganas de que empiece el partido», comenta su ama Nerea, mientras vigila las andanzas de Telmo, el otro hermano: «Tengo cinco años», exclama orgulloso para contar después que el año que viene cambiará de clase porque ya será mayor. Quiere recordar que él también existe. No resulta fácil ante la expectación generada por Gari. Alfonso, el padre, se turna con la madre en el reparto de cariños.
Queda una hora para el partido y ni ellos ni la responsable de NUPA, fundación que ha hecho viral su causa, saben si estarán finalmente en el palco. «Creemos que sí», apunta Beatriz, madre de Auxi. Llega un responsable de Atlético y se los lleva hacia la puerta 0-0 Bis. La que lleva al palco. En cuanto al Athletic, siguen sin saber gran cosa.
El palco del Calderón tiene, como casi todos, una zona común y otra exclusiva para directivos propios y ajenos. Aparece Cerezo. Urrutia no está. «Tampoco ha ido a la comida de ambos clubes», aclara alguien de protocolo. Entre cabezas, vemos a Iribar bajo una lluvia de selfies. Auxi está cansada. Recordemos que su cuerpecito lleva siete transplantes. Gari cinco y se los hicieron a la vez, se ve que con la niña no pudo ser de golpe.
En ese momento nos comunican que van a saltar al césped con los jugadores. Ellos dos aún no lo saben. Lo descubren al escuchar hablar a los adultos. Gari mira a su aita. Sus ojos son un enigma. No sabes si puede la ilusión, la responsabilidad o la vergüenza. Pero enseguida comprendemos que está dispuesto. Auxi es una mujercita de carácter. Y sigue empeñada en no quitarse el anorak, pese a la insistencia de la madre.
«He salido en EL CORREO»
Segundos antes de que se los lleven al túnel de vestuarios, les pedimos otra foto. Una para que las aficiones del Athletic y el Atlético les vean posando en el Calderón, tal y como pidieron en su vídeo. «Yo he salido en la portada de EL CORREO», advierte Gari ante la sonrisa de los presentes. Y puestos a dar detalles, añade que ha estado cuatro veces en San Mamés. Todas en la nueva etapa. «Antes no podía», se lamenta. Su primera vez fue tras el trasplante múltiple. Escuchando al padre, dos aficionados que están invitados al palco se sorprenden de su buen aspecto físico y de cómo luce la camiseta. «Me la ha regalado Urzaiz. Y Julen me ha saludado en un vídeo», explica ilusionado. No hay tiempo para más. Va a comenzar el encuentro.
Hay buena entrada, menos pitidos para nosotros de lo habitual, aplausos para Raúl y ovación para Auxi y Gari al posar con los equipos. En el descanso, nuestro pequeño athleticzale contó que les gustó palmearse con jugadores y árbitros, que estos últimos les llamaron valientes y que Iraizoz estuvo muy majo. «Griezman me ha dicho hola hermano», aseguró el niño. Pena que esa fraternidad no le impidiera clavar el segundo. Pero en el descanso, con el empate, Gari estaba satisfecho. «Lo que merecían los dos», dijo.
Les aseguro que controla de fútbol. Y sabe perder. Así lo demostró al final. «Nunca he visto ganar al Athletic en directo», comenta con más deseos de informar que de lamentarse. Sabe que, en esta vida, si vienen mal dadas hay que tirar para adelante. Felicidades Auxi. Ojalá Gari tenga nuevas oportunidades para lograr su sueño. Ver ganar al Athletic estando en el campo. Queda la vuelta en San Mamés.
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