Llegan nuevos episodios en la peripecia del Canelas 2010, el equipo que integra a varios de los más renombrados ultras del Oporto. La temporada pasada la saldaron con un nuevo éxito, su segundo ascenso de categoría consecutivo para culminar una campaña en la que 17 de los 36 partidos los ganaron por tres a cero debido a la incomparecencia de sus rivales, que declinaron enfrentarse a ellos intimidados por la concatenación de situaciones violentas. Así que ahora juegan en el tercer escalón competitivo del fútbol luso, el conocido como Campeonato de Portugal, una categoría dividida en cinco grupos, similar a la Segunda División B española. Con el éxito, el Canelas 2010 se ganó también el derecho de jugar por primera vez la Copa de Portugal, la Taça, donde ya ha superado dos eliminatorias ante equipos de inferior categoría. Este domingo recibe en su cancha por primera vez a un rival de la primera división portuguesa, el Moreirense.
Medio Portugal contuvo la respiración el pasado 28 de septiembre cuando se realizó el sorteo de la ronda de treintaidosavos de final. Horas antes habló Fernando Madureira, el líder de los Super Dragões, la numerosa hinchada ultra del Oporto. A Madureira todos le conocen en Portugal como Macaco. Sus adeptos le llaman Líder, sin más rodeos. Se trata de una celebridad que genera filias y fobias a lo largo de todo el país, en lo social un coleccionista de polémicas, en lo futbolístico un delantero de 42 años que esta temporada no ha logrado marcar en los seis primeros partidos de liga, en los que vio cuatro tarjetas amarillas. Madureira tenía grandes esperanzas en el sorteo: “Rezo a todos los santos para que nos toque el Benfica”. Y explicaba el motivo. “Quiero jugar contra ellos por el odio que les tengo. Sería un partido de rabia”.
Una semana antes Madureira había sido insultado y amenazado por ultras benfiquistas a la salida de unos estudios de televisión tras participar en un debate sobre la violencia en el fútbol, más que latente en Portugal. El pasado mes de abril los Super Dragões generaron un amargo debate después de que en un partido de balonmano entre Oporto y Benfica entonasen un cántico en el que expresaban el deseo de que el avión del Chapecoense hubiese sido el del Benfica. Tanto el club brasileño como el lisboeta mostraron su repulsa, también el Oporto. A la postre los ultras emitieron un comunicado para avisar de que no volvería a ocurrir, que había sido “apenas una sátira” y que apelaban a la unión de todos los aficionados portistas para que no se distrajesen con “maniobras de división”.
Así, mientras Madureira y su clá aguardaban recibir al Benfica en su feudo de Vila Nova de Gaia, la población separada de Oporto por el río Duero, el sorteo le deparó un enfrentamiento contra el Moreirense, actual penúltimo clasificado de la máxima categoría portuguesa. “No era el rival que deseábamos”, lamentó el mandamás de los Super Dragões. La eliminatoria se disputa a partido único en cancha del rival de categoría inferior. “Nos sentimos fuertes, respetamos al adversario, pero jugar ante nuestra afición es una ventaja y un factor de motivación”.
Hasta hace unos meses era la Asociación de Fútbol de Oporto la que tutelaba los partidos del Canelas 2010. Tras sucederse varias situaciones violentas recibió múltilples reproches por no poder garantizar la seguridad de rivales y árbitros. De cara al partido del Moreirense manda la Federación Portuguesa de Fútbol, que ha solicitado un despliegue sin precedentes en un campo de tercera categoría: habrá presencia de la Policía de Seguridad Pública y de la Guardia Nacional Republicana. El marcaje al Canelas 2010 es férreo: en el partido de su debut en la tercera categoría el árbitro que le designaron era de profesión policía. “Son todos factores externos”, asegura Madureira, que sueña con superar al Moreirense y esperar de nuevo que la suerte, o el infortunio, le depare un enfrentamiento contra el Benfica, la guinda que sueña para cerrar su carrera de corto. “Mi foco está en los Super Dragões”, explica. Claro que igual le toca enfrentarse al Oporto, que este viernes superó su eliminatoria ante el Lusitano de Évora. Sería el último guiño de una historia de giros inverosímiles. “¿Cómo iba a hacer?”, se pregunta Madureira. “¿Jugar la primera parte y después irme a la grada a animar al Oporto?… No. Me quedaría en el banquillo porque no iba a ser capaz de marcarle un gol al equipo de mi corazón”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario