El despliegue de la pancarta oficial, a favor tímidamente del diálogo, en el Camp Nou ha sido recibida con gritos a favor de la independencia y de libertad para los presidentes del ANC, Jordi Sánchez, y Òmnium, Jordi Cuixart, por parte de los aficionados. También se han podido escuchar pitidos.
La pancarta, que ha aparecido en uno de los laterales del Camp Nou antes de empezar el partido entre el Barça y el Olympiakos, incluía las siglas DRE y pedía de forma lacónica Diálogo, Respeto y Deporte. El hecho ha sido polémico porque la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural y la Plataforma Pro Seleccions Catalanes habían hecho unas pancartas en apoyo de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, que no se han dejado entrar al estadio del Fútbol Club Barcelona. En las dos pancartas se pedía libertad para los presos políticos con las letras de Freedom y las caras de Cuixart y Sánchez
Algunos aficionados han puesto pancartas a favor de la libertat de los dos presos.
Era de prever. Salvo los dos japoneses con la camiseta del Barça que cazaron las cámaras aplaudiendo y riéndose cuando acababan de expulsar a Piqué, todo el mundo sabía que a Josep Maria Bartomeu le iban a caer tortas como panes. Y así fue. La decisión del club, consensuada con la UEFA, de desplegar una pancarta antes del encuentro en la que se leía ‘Diálogo, respeto, deporte’, fue criticada por la afición que acudió al Camp Nou, por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y por numerosos culés a través de las redes sociales, desde el expresidente Joan Laporta, a, por ejemplo, el actor Joel Joan.
Es curiosa la situación de Bartomeu. Y muy incómoda también, ya que está considerado como un independentista fuera de Cataluña después de que el club haya tomado partido en varias ocasiones a favor del referéndum y defendiendo la libertad de expresión de sus socios. Aquí, sin embargo, se le ve por parte de los soberanistas como un elemento extraño, cuando no contrario, que se queda siempre a medias intentando contentar a todo el mundo, no hacer mucho ruido y vadear en aguas tranquilas sin conseguirlo. Ya sucedió en el encuentro ante Las Palmas, cuando el presidente optó por disputar el partido tras consultarlo con los jugadores, pero no dejó entrar a los aficionados pese a no haber problemas de seguridad. Después de las imágenes de la brutalidad policial en varios colegios por la mañana en el referéndum ilegal, ya no solo los independentistas sino muchos indignados por lo sucedido hubieran deseado que el Barcelona hiciera un gesto y no disputara el encuentro aunque perdiera seis puntos. O que, de hacerlo, se dejara entrar a la afición para que se manifestara. Hubo división hasta en su propia junta y Carles Vilarubí y Jordi Monés presentaron su dimisión. Este miércoles, más gresca.
Òmnium y ANC declinaron horas antes del partido la invitación al palco. Los primeros, con palabras amables; los segundos, criticando abiertamente al presidente y su junta. En los alrededores del Camp Nou, ambas plataformas mostraron ante los medios las pancartas que no podrían enseñar en el estadio. Las organizaciones se pusieron de acuerdo para mostrar dos pancartas. En una se leía ‘Freedom’ con las caras de Jordi ànchez y Jordi Cuixart, en prisión desde el pasado lunes, en la otra: ‘Freedom Jordi Cuixart, Catalan Political Prisoner in Spain’. Enric Blanes, de ANC, explicó: “No estamos de acuerdo con la equidistancia del Barça, incluso Amnistía Internacional se ha puesto de nuestra parte y esperábamos una posición coherente con un club que presume de ser más que un club. No era esta la reivindicación que tocaba por parte del Barça. No han estado a la altura”.
Gritos de "libertad" y "Bartomeu dimisión"
En cuanto se desplegó la pancarta del Barça hubo silbidos, que arreciaron como es habitual cuando sonó el himno de la Champions por megafonía, y a continuación gritos de ‘libertad’ y de ‘Bartomeu dimisión’ que se repitieron en varios momentos a lo largo del encuentro. El fuerte aguacero que cayó sobre Barcelona una hora antes de que se disputara el encuentro y el hecho de que el Olympiacos tampoco fuera un rival atractivo propiciaron que solo asistieran 55.026 aficionados al estadio, la segunda peor entrada de la temporada, por lo que la bronca no fue mayor porque, básicamente, el estadio estaba casi medio vacío.
A pesar de que en Champions la UEFA es quien manda y el club apenas tenía margen de maniobra —ante Las Palmas, por ejemplo, durante todo el partido estaba la palabra ‘democracia’ en los videomarcadores—, la impresión general es que muy pocos apoyaron en el campo con su silencio la decisión del club azulgrana. Además, se reforzó la seguridad alrededor del campo porque estaban avisados por los Mossos de que había intención por parte de algunos grupos de saltar al terreno de juego como acto de protesta, y efectivamente saltó un espontáneo en la segunda parte que no llegó muy lejos porque le pararon a tiempo.
La suerte se alió con Bartomeu cuando en el minuto 17, el elegido por la afición para pedir independencia, marcó Nikolau en propia puerta. Messi, con su gol número 100 en competiciones europeas, y Digne sentenciaron el choque en una tediosa segunda parte que terminó con otro gol de Nikolau, esta vez en la portería correcta, que emborronó la hasta ahora impecable hoja de servicios de Ter Stegen, que no había recibido ningún gol en la presente Champions. Y con gritos de ‘libertad’ e ‘independencia’ concluyó un partido que pone al Barça con pie y medio en la siguiente fase con nueve puntos ya, pero que deja de nuevo a Bartomeu en el punto de mira a cuatro días de que se celebre la asamblea de compromisarios. En temas políticos, Bartomeu tiene una maldición encima: para unos se pasa, para otros no llega. Y haga lo que haga, nunca contenta a nadie.
Era de prever. Salvo los dos japoneses con la camiseta del Barça que cazaron las cámaras aplaudiendo y riéndose cuando acababan de expulsar a Piqué, todo el mundo sabía que a Josep Maria Bartomeu le iban a caer tortas como panes. Y así fue. La decisión del club, consensuada con la UEFA, de desplegar una pancarta antes del encuentro en la que se leía ‘Diálogo, respeto, deporte’, fue criticada por la afición que acudió al Camp Nou, por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y por numerosos culés a través de las redes sociales, desde el expresidente Joan Laporta, a, por ejemplo, el actor Joel Joan.
Es curiosa la situación de Bartomeu. Y muy incómoda también, ya que está considerado como un independentista fuera de Cataluña después de que el club haya tomado partido en varias ocasiones a favor del referéndum y defendiendo la libertad de expresión de sus socios. Aquí, sin embargo, se le ve por parte de los soberanistas como un elemento extraño, cuando no contrario, que se queda siempre a medias intentando contentar a todo el mundo, no hacer mucho ruido y vadear en aguas tranquilas sin conseguirlo. Ya sucedió en el encuentro ante Las Palmas, cuando el presidente optó por disputar el partido tras consultarlo con los jugadores, pero no dejó entrar a los aficionados pese a no haber problemas de seguridad. Después de las imágenes de la brutalidad policial en varios colegios por la mañana en el referéndum ilegal, ya no solo los independentistas sino muchos indignados por lo sucedido hubieran deseado que el Barcelona hiciera un gesto y no disputara el encuentro aunque perdiera seis puntos. O que, de hacerlo, se dejara entrar a la afición para que se manifestara. Hubo división hasta en su propia junta y Carles Vilarubí y Jordi Monés presentaron su dimisión. Este miércoles, más gresca.
Òmnium y ANC declinaron horas antes del partido la invitación al palco. Los primeros, con palabras amables; los segundos, criticando abiertamente al presidente y su junta. En los alrededores del Camp Nou, ambas plataformas mostraron ante los medios las pancartas que no podrían enseñar en el estadio. Las organizaciones se pusieron de acuerdo para mostrar dos pancartas. En una se leía ‘Freedom’ con las caras de Jordi ànchez y Jordi Cuixart, en prisión desde el pasado lunes, en la otra: ‘Freedom Jordi Cuixart, Catalan Political Prisoner in Spain’. Enric Blanes, de ANC, explicó: “No estamos de acuerdo con la equidistancia del Barça, incluso Amnistía Internacional se ha puesto de nuestra parte y esperábamos una posición coherente con un club que presume de ser más que un club. No era esta la reivindicación que tocaba por parte del Barça. No han estado a la altura”.
Gritos de "libertad" y "Bartomeu dimisión"
En cuanto se desplegó la pancarta del Barça hubo silbidos, que arreciaron como es habitual cuando sonó el himno de la Champions por megafonía, y a continuación gritos de ‘libertad’ y de ‘Bartomeu dimisión’ que se repitieron en varios momentos a lo largo del encuentro. El fuerte aguacero que cayó sobre Barcelona una hora antes de que se disputara el encuentro y el hecho de que el Olympiacos tampoco fuera un rival atractivo propiciaron que solo asistieran 55.026 aficionados al estadio, la segunda peor entrada de la temporada, por lo que la bronca no fue mayor porque, básicamente, el estadio estaba casi medio vacío.
A pesar de que en Champions la UEFA es quien manda y el club apenas tenía margen de maniobra —ante Las Palmas, por ejemplo, durante todo el partido estaba la palabra ‘democracia’ en los videomarcadores—, la impresión general es que muy pocos apoyaron en el campo con su silencio la decisión del club azulgrana. Además, se reforzó la seguridad alrededor del campo porque estaban avisados por los Mossos de que había intención por parte de algunos grupos de saltar al terreno de juego como acto de protesta, y efectivamente saltó un espontáneo en la segunda parte que no llegó muy lejos porque le pararon a tiempo.
La suerte se alió con Bartomeu cuando en el minuto 17, el elegido por la afición para pedir independencia, marcó Nikolau en propia puerta. Messi, con su gol número 100 en competiciones europeas, y Digne sentenciaron el choque en una tediosa segunda parte que terminó con otro gol de Nikolau, esta vez en la portería correcta, que emborronó la hasta ahora impecable hoja de servicios de Ter Stegen, que no había recibido ningún gol en la presente Champions. Y con gritos de ‘libertad’ e ‘independencia’ concluyó un partido que pone al Barça con pie y medio en la siguiente fase con nueve puntos ya, pero que deja de nuevo a Bartomeu en el punto de mira a cuatro días de que se celebre la asamblea de compromisarios. En temas políticos, Bartomeu tiene una maldición encima: para unos se pasa, para otros no llega. Y haga lo que haga, nunca contenta a nadie.
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