Las batallas campales de los radicales de los equipos están muy organizadas y pactadas: hay acuerdo previo para la fecha, el escenario, las normas y hasta el tipo de arma que puede usarse
Así se organiza una pelea entre ultras del fútbol
Un grupo de ultras del fútbol, dispuestos para iniciar una pelea
Una pelea de radicales en Sevilla Este, vinculada al parecer a ultras del Sevilla y el Betis, ha colocado en primer plano toda la organización que hay detrás de estos enfrentamientos callejeros, que no tienen nada de improvisado. Y ahora menos con las redes sociales y la inmediatez en las comunicaciones personales, que sirven para prepararlos. Internet, los foros y los grupos de mensajería instantánea son hoy el método con el que se organizan los ultras y se citan los grupos enemigos entre sí. Luego, en el cuerpo a cuerpo, el protocolo es el mismo desde hace años.
Las disputas de grupos radicales ligados a equipos de fútbol no son meras peleas callejeras ni el producto de un «calentón» por una respuesta inmediata a una acción puntual. Lejos de eso, se trata de encuentros perfectamente organizados para que se realicen en un lugar adecuado, con grandes explanadas y buenas zonas de huida en caso de llegar la Policía. Pero, además, se trata de peleas muy ajustadas a unas normas estrictas que son comunes a todos los grupos. Hay un «protocolo» y también una especie de código de honor no escrito pero con algunos preceptos que todos conocen y que nadie puede esquivar bajo ningún concepto. Son pactos de sangre.
En España, todo se ha copiado de países europeos con mayor «tradición» en estas luchas entre radicales, especialmente de Inglaterra -los hooligangs son los padres de todo lo relativo a grupos ultras en el fútbol- y de Holanda a raíz de las tensiones entre seguidores del Ajax de Ámsterdam y del Feyenoord de Róterdam en las interminables planicies de ese país, en las que se citaban los violentos lejos de la presencia policial habitual en las ciudades. Aquí se hace también en lugares apartados, normalmente. La pelea del miércoles se fijó en una explanada ajardinada en Sevilla Este, sin muchos obstáculos para correr.
Manos, piernas, palos
Ejemplos en este sentido hay numerosos. Por ejemplo, se pacta por anticipado el tipo de armas a usar. En esto es sagrado el acuerdo. Si se decide que sean bates de béisbol y palos, no pueden aparecer navajas ni puños americanos bajo ningún concepto. Sería vulnerar un principio de conducta elemental entre estos grupos, una traición que supondría el castigo del grupo propio, la expulsión inmediata y el ostracismo en este ámbito para siempre. Ni siquiera los jefes de los grupos pueden llevar un arma a estos duelos que no haya sido previamente pactada entre los oponentes. Es un elemento básico en los duelos de bandas históricamente. A diferencia de lo que ocurre en Suramérica, los Balcanes, Rusia y zona de influencia del Egeo (Grecia, Turquía y Chipre), está absolutamente prohibido llevar armas de fuego. No es «noble» ni «de hombres» según estos particulares códigos ultras. Manos, piernas, palos, cuchillos. Ahí está el límite.
Además del escenario y del armamento, se pactan también otras cuestiones particulares de la pelea concreta, si bien estos grupos mantienen también unas normas incluso en la manera de actuar en el campo de batalla. A él llegan en grupos, normalmente de cinco en cinco y en coche -lugar que se usa para las últimas instrucciones-. Se utiliza un «elemento de aviso», como una bengala o el sonido de una bocina, para iniciar las hostilidades. Y en la pelea en sí, debe evitarse que haya saña de varios contra un solo enemigo -aunque ese aspecto es difícil de controlar en caliente- y, por supuesto, está absolutamente prohibido golpear a alguien que está ya en el suelo, ni con palos ni con patadas. El que cae al suelo, ha caído y está fuera de la pelea, que sólo pueden mantener los que están en pie.
Colaboración entre grupos
Por otro lado, esn estas peleas pactadas -se hace incluso con varios meses de antelación para hacerlas coincidir con enfrentamientos de los equipos de fútbol- suelen darse apoyo grupos ultras afines. Otra cosa es la clave por la que se unen algunso de estos grupos, pues supuestamente es ideológica pero los matices ahí son muchos, la amalgama enorme y las contradicciones numerosas.
En Sevilla, el grupo ultra vinculado al Sevilla, los Biris Norte, conforman una de las organizaciones más consolidades y mejor preparadas y comunicadas de España. Son, de hecho, los más antiguos (desde 1975) y de los más numerosos. Éstos se autodefinen como antirracistas y de ultraizquierda para alejarse del grueso de los grupos, de extrema derecha, y están hermanados con los Riazor Blues del Deportivo de La Coruña y muy vinculados a los seguidores más virulentos del Rayo Vallecano y a los de los equipos vascos, especialmente a la Real Sociedad. En este caso, quizás por la enemistad de los radicales de ese equipo de San Sebastián con el Atlético de Madrid, cuyos ultras, el Frente Atlético, son enemigos encarnizados de los Biris.
Como en este campo también hay vasos comunicantes, los ultras atléticos tienen una gran relación con los radicales del Real Betis, los Supporters Gol Sur, ligados a la ultraderecha aunque con un origen menos ortodoxo que los sevillistas. Los Supporters mantienen buenas relaciones con el Frente Atlético y con los Ultra Boys del Sporting de Gijón -por supuesto, dos organizaciones enemistadas con los Biris-. No es raro, por tanto, ver que en una pelea de ultras béticos haya apoyo de los atléticos o que en otra de radicales del Sevilla haya componentes de Riazor Blues o de los Bukaneros del Rayo. Además, los contactos de los Supporters con grupos ultras europeos son cada vez más frecuentes y sólidos gracias a internet.
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