El invierno del 2004 se le hizo eterno al Espanyol. Febrero llamaba a la puerta y el equipo seguía hundido en la clasificación. No ocupaba el farolillo rojo, pero con 17 jornadas por disputarse se encontraba a siete puntos de la salvación, tres más de los que le separan ahora. A la desesperada acudió al mercado invernal para traer a un desconocido delantero rumano. Cinco meses más tarde Claudiu Raducanu ya haría las maletas rumbo a Alemania –volvería más tarde para jugar en clubs modestos de Barcelona y alrededores–, pero ningún perico olvida su debut estelar a la vez que accidentado. Radu tuvo su momento de gloria. A falta de un minuto para la conclusión del partido contra el Villarreal, marcó y dio tres puntos de oro. Tras el pitido final se fue directo a celebrarlo con los 600 aficionados presentes en El Madrigal. Les lanzó la camiseta y, entre tanta euforia visitante, la valla del estadio se vino abajo. Con ella 30 hinchas, afortunadamente sin heridos graves.
16 años después es otro delantero quien ilusiona a los blanquiazules. A priori el entusiasmo debería ser más duradero. 22 millones de euros convierten a Raúl de Tomás en el fichaje más caro de la historia del club. Caprichos del destino, también debutará en Liga en ese mismo escenario. Autor de uno de los goles coperos la semana pasada, estrenarse a las primeras de cambio en la competición doméstica con algún punto de vuelta enorgullecería a la afición perica, desplazada en masa a Vila-real para dar aliento al equipo. En el rebautizado Estadio de la Cerámica habrá 3.000 personas animando al Espanyol gracias a una iniciativa de la federación de peñas que ha llegado incluso a involucrar a los jugadores. Estos han financiado parte del desplazamiento de los 24 autocares repartidos por diferentes puntos de Catalunya que hoy se dirigen hacia la ciudad castellonense. La llaman caravana perica . Abelardo agradeció el alto grado de fidelidad y prometió en rueda de prensa que el equipo intentará “hacer un buen partido” para que los aficionados “se sientan orgullosos”. “Espero que el viaje de vuelta sea una alegría para ellos y para nosotros”.
Desde la noche de Raducanu –a la postre fundamental para mantener la categoría–, Vila-real ha sido un lugar de peregrinación perica habitual cuando los resultados no han acompañado. La situación era aún más crítica la temporada 2008-09. 2.500 seguidores se movilizaron, siendo el desplazamiento más numeroso hasta el de hoy. La plantilla también pagó el viaje a los socios, aunque en aquella ocasión en modo de castigo por una salida nocturna que trascendió a la prensa. Con la pancarta Espíritu Raducanu en la grada, el Espanyol perdió 1-0 en el tercer partido de Mauricio Pochettino como entrenador. La remontada para lograr la permanencia llegaría más adelante, a nueve jornadas del final. Abelardo tiene mucho más margen para salir del pozo. Justo empieza la segunda vuelta. El técnico que ha recuperado la fe de los suyos asume que no saldrán de abajo “ni mañana, ni pasado, ni en tres o cuatro partidos”. “Ha sido una buena semana de trabajo. Hay confianza y optimismo de poder conseguir un resultado positivo”.
La buena noticia para el Espanyol es la ausencia de Ekambi, a un paso del Lyon, y la duda de un ex como Gerard Moreno, con molestias. Entre ambos llevan los mismos goles que todo el Espanyol. Para más casualidades, el último anotador blanquiazul, Wu Lei, debutó precisamente la temporada pasada en Vila-real. El gran gol de Rosales en la recta final cortó la sangría de derrotas (ocho en nueve partidos) que hacía peligrar la cabeza de Rubi.
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