Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo portaron una bandera de 400 metros con fotos de desaparecidos en el partido conmemorativo del 30 aniversario del primer Mundial de fútbol ganado por Argentina, organizado para desagraviar a los 30.000 desaparecidos durante la dictadura (1976-83).
Un 30 de junio de 1978 Argentina conseguía su primer campeonato mundial, organizado en casa y con el gobierno militar como marco organizativo, venciendo a Holanda por 3-1.
‘La otra final: el partido por la vida y los derechos humanos’ se jugó en el mismo escenario de entonces: el estadio Monumental de River Plate y lo presenciaron más de 5.000 espectadores.
El encuentro fue organizado por el Instituto Espacio para la Memoria (IEM). Acabó con un empate de 1-1 con equipos conformados por jugadores juveniles y tres campeones del Mundial 78: Ricardo Villa, René Houseman y Leopoldo Jacinto Luque.
Los tres jugadores negaron haber sido usados por la Junta Militar para distraer a la opinión pública mundial de los supuestos abusos a los derechos humanos. “No vengo a pedirle perdón a nadie, sino a compartir este momento con la gente. Nosotros éramos simplemente jugadores de fútbol que nos convocaron a participar del Mundial. Nuestro sueño era salir campeones y se nos dio”, señaló Luque.
Sin embargo, dirigentes de organizaciones humanitarias afirmaron que “el Mundial se utilizó para tapar los delitos de lesa humanidad que se cometían” durante el régimen.
El partido estuvo precedido por una marcha de organizaciones humanitarias y sociales, incluyendo a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. La marcha partió de la ex Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) -el predio donde funcionó el mayor centro clandestino de detención durante el gobierno de facto- hacia el estadio River Plate.
“Marcharon hacia el estadio desde lo que había sido el centro militar de detención y tortura... donde los prisioneros, encadenados a sus camas, podían oír a los hinchas gritando los goles de Argentina”, dijo el corresponsal de la BBC en Buenos Aires, Daniel Schweimler.
Para el corresponsal de la BBC, la copa ganada en 1978 “fue una victoria empañada. Empañada por alegatos de que los oponentes fueron sobornados”. “El gobierno militar usó la final de 1978 y la victoria de su equipo como un instrumento de propaganda política”, agregó Schweimler.
La movilización culminó cuando cientos de personas entraron al campo de juego y dieron una vuelta olímpica alrededor de la cancha exhibiendo la bandera.
Pérez Esquivel
Se destacó la presencia del Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, que estuvo detenido durante dos años y vivió el Mundial desde la cárcel. “En la prisión, cuando ponían el partido en los altoparlantes, era muy contradictorio. Porque los ejecutores, aquellos que nos torturaban, y nosotros, las víctimas, gritábamos juntos ‘¡Gol de Argentina!’. Y sabemos que sacaban afuera a prisioneros cuando había distracciones por la Copa Mundial y les disparaban”, declaró a la BBC.
Luego del partido homenaje, la jornada culminó con un recital a cargo de varios músicos como Luis Alberto Spinetta y Lito Vitale, entre otros.
Un 30 de junio de 1978 Argentina conseguía su primer campeonato mundial, organizado en casa y con el gobierno militar como marco organizativo, venciendo a Holanda por 3-1.
‘La otra final: el partido por la vida y los derechos humanos’ se jugó en el mismo escenario de entonces: el estadio Monumental de River Plate y lo presenciaron más de 5.000 espectadores.
El encuentro fue organizado por el Instituto Espacio para la Memoria (IEM). Acabó con un empate de 1-1 con equipos conformados por jugadores juveniles y tres campeones del Mundial 78: Ricardo Villa, René Houseman y Leopoldo Jacinto Luque.
Los tres jugadores negaron haber sido usados por la Junta Militar para distraer a la opinión pública mundial de los supuestos abusos a los derechos humanos. “No vengo a pedirle perdón a nadie, sino a compartir este momento con la gente. Nosotros éramos simplemente jugadores de fútbol que nos convocaron a participar del Mundial. Nuestro sueño era salir campeones y se nos dio”, señaló Luque.
Sin embargo, dirigentes de organizaciones humanitarias afirmaron que “el Mundial se utilizó para tapar los delitos de lesa humanidad que se cometían” durante el régimen.
El partido estuvo precedido por una marcha de organizaciones humanitarias y sociales, incluyendo a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. La marcha partió de la ex Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) -el predio donde funcionó el mayor centro clandestino de detención durante el gobierno de facto- hacia el estadio River Plate.
“Marcharon hacia el estadio desde lo que había sido el centro militar de detención y tortura... donde los prisioneros, encadenados a sus camas, podían oír a los hinchas gritando los goles de Argentina”, dijo el corresponsal de la BBC en Buenos Aires, Daniel Schweimler.
Para el corresponsal de la BBC, la copa ganada en 1978 “fue una victoria empañada. Empañada por alegatos de que los oponentes fueron sobornados”. “El gobierno militar usó la final de 1978 y la victoria de su equipo como un instrumento de propaganda política”, agregó Schweimler.
La movilización culminó cuando cientos de personas entraron al campo de juego y dieron una vuelta olímpica alrededor de la cancha exhibiendo la bandera.
Pérez Esquivel
Se destacó la presencia del Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, que estuvo detenido durante dos años y vivió el Mundial desde la cárcel. “En la prisión, cuando ponían el partido en los altoparlantes, era muy contradictorio. Porque los ejecutores, aquellos que nos torturaban, y nosotros, las víctimas, gritábamos juntos ‘¡Gol de Argentina!’. Y sabemos que sacaban afuera a prisioneros cuando había distracciones por la Copa Mundial y les disparaban”, declaró a la BBC.
Luego del partido homenaje, la jornada culminó con un recital a cargo de varios músicos como Luis Alberto Spinetta y Lito Vitale, entre otros.
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