El Panathinaikos se proclamó campeón de la Liga griega tras ganar por la vía rápida al Olympiacos (3-0) en un playoff bochornoso, coronado con incidentes graves que impidieron que acabara el último partido. Cuando quedaba minuto y medio para el final, aficionados del Olympiacos atacaron con bengalas al banquillo visitante (antes del inicio el ex de la ACB Michael Bramos había sufrido el impacto de una en la pierna). Los jugadores del PAO salieron corriendo y el duelo ya no se reanudó (72-76). Los árbitros habían aceptado acabar el encuentro si las gradas quedaban completamente despejadas, pero un centenar de ultras locales se negaron a abandonar el estadio de La Paz y la Amistad.
Fue el infame final provocado, en gran medida, por la actitud lamentable del presidente del Panathinaikos, Dimitris Giannakopoulos, que había pedido que se hicieran controles antidóping a los jugadores del Olympiacos y que en el descanso del segundo partido amenazó gravemente a los árbitros: "Si perdemos, no vais a salir vivos de aquí". Por esas soflamas, el dirigente sólo ha sido sancionado con tres meses de prohibición de entrada en recintos deportivos y una multa de 22.000 euros. En medio de todos estos disparates, el gobierno griego decidió cerrar la cadena de televisión pública y como absurda represalia, seguidores descerebrados del Olympiacos rompieron la cámara de un canal privado. No por reiterados resultan menos lamentables los sucesos que ocurren cada dos por tres en el baloncesto griego.
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