El clásico del sábado sería una oportunidad para nuevas correrías de los aficionados más radicales de Real Madrid y Barça. Sin embargo, los núcleos más acérrimos fueron acorralados y expulsados. Boixos desde la era Laporta en 2003, Ultras Sur por Florentino Pérez en diciembre de 2013. En consecuencia, el clásico del fútbol español baja en tensión.
En efecto, Ultras Sur y Boixos Nois llevan tiempo sin verse las caras. Tanto como ambos no se cruzan en la Copa del Rey: desde el 16 de abril de 2014. En los prolegómenos de la final, los archienemigos del fútbol español chocaron en los aledaños de Mestalla. Nadie ganó, en argot ultra. Las fuentes consultadas por Diario Gol hablan de empate. Tampoco hubo heridos de gravedad.
La presión policial ha frustrado desde hace décadas los enfrentamientos a gran escala entre Ultras Sur y Boixos. Acorralados en el campo y fuera de él, ambos grupos se refugian en los equipos B, en los viajes y en bailes (por peleas) esporádicas.
En paralelo, la presión policial, social y mediática hace mella. Ultras Sur ha perdido su facción más veterana, hoy integrada en el Fondo Sur. Por su parte, Boixos ha visto como el tradicional crisol de grupos de animación en el Nou Camp robaba un protagonismo que antes les era exclusivo.
Hostilidades
Así las cosas, Ultras Sur se han refugiado en el bar Sherwood, fuera del estadio Santiago Bernabéu. También acuden a viajes, como demuestra su presencia en Valencia el pasado fin de semana en el partido contra el Levante (foto inferior). Guiados por Antonio "El Niño" Menéndez, la fracción radical de aficionados prosigue su campaña contra Florentino Pérez. Se le señala como artífice de su acorralamiento en Chamartín.
El desafío de los Ultras Sur es grande: no sólo deben zafarse del acoso policial, también del resentimiento de antiguos camaradas. El tercio mayor de Ultra Sur abandonó el grupo tras el golpe de estado de El Niño y Alberto Ayala en 2013. Ahora, los curtidos hinchas se sienten cómodos bajo la bandera de Veteranos en una Grada de Animación que repudia la violencia y el racismo.
El respiro de Travessera
Las coordenadas se repiten en Can Barça. Con los Casuals descabezados, los Boixos han perdido parte de su temida potencia de fuego. La Travessera de Les Corts ya no es una ratonera para aficiones rivales. Fuera de casa, los Boixos acusan la presión incensante de los Mossos. Algunos han llegado a viajar con ellos a partidos de la Champions.
Fuentes cercanas al Camp Nou confirman que los Boixos están, pero menos. Se reproduce el esquema Chamartín (que algunos achacan a pacto entre Florentino y Laporta): el protagonismo lo toman menos fanáticos. Los ultras beben en la calle y aguardan. En el interior, Almogàvers, Nostra Ensenya y Grup Fidel viajan, beben y cantan. Pero evitan la caza indiscriminada al rival. Un pacto tácito que beneficia a todos.
El tiempo dirá si el modelo Laporta, que Rossell ha seguido a regañadientes, ha enterrado la leyenda, a menudo negra, de Ultras Sur y Boixos. Hasta el momento, el esquema es claro: gradas en línea con la masa social de los clubes y no-violentas. Mañana, o cualquier día, Boixos y US pueden aparecer. Otra cosa es que estén invitados.
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