La identificación de 28 ultras del Athletic Club que planeaban entrar en Riazor durante el partido Deportivo-Athletic armados con petardos de gran potencia adheridos a botellas de vidrio y trozos de hierro a modo de metralla evitó una tragedia que fuentes policiales han calificado como «horrible».
Esas fuentes explican también que la explosión de los petardos en el estadio produciría una «situación de pánico» generalizada que podría provocar avalanchas y causar numerosos heridos, además de los problemas generados por la metralla.
Con todo, desde la policía se valora el hecho de que los radicales de la peña bilbaína Herri Norte fuesen controlados horas antes del partido por la eficacia del dispositivo de seguridad desplegado ante la posible llegada de estos hinchas.
Juan Lagarda, responsable de seguridad del Deportivo, detalla la situación que, de no ser por ese dispositivo, se habría producido en la grada de General, donde se emplazan los Riazor Blues y para la que tenían entradas los miembros de Herri Norte.
«Es una grada en la que mucha gente ve el fútbol de pie -explica Lagarda-. Si alguien coloca uno de esos petardos debajo de un asiento, el estruendo causaría seguramente una avalancha del público hacia el campo, ya que ahora no hay vallas. Otros espectadores, situados a los lados, también serían movilizados por los aficionados asustados que corriesen en esa dirección. Es posible que afectase a unas dos mil personas».
Lagarda destaca también que las cámaras de Riazor permitiesen localizar a los ultras fuera del recinto. «Dentro del estadio hay más de doscientos operarios de seguridad, más las cámaras. Si los sancionados entrasen en un campo antes de dos años serían localizados y pagarían una multa de 60.000 euros cada uno», afirma.
Esas fuentes explican también que la explosión de los petardos en el estadio produciría una «situación de pánico» generalizada que podría provocar avalanchas y causar numerosos heridos, además de los problemas generados por la metralla.
Con todo, desde la policía se valora el hecho de que los radicales de la peña bilbaína Herri Norte fuesen controlados horas antes del partido por la eficacia del dispositivo de seguridad desplegado ante la posible llegada de estos hinchas.
Juan Lagarda, responsable de seguridad del Deportivo, detalla la situación que, de no ser por ese dispositivo, se habría producido en la grada de General, donde se emplazan los Riazor Blues y para la que tenían entradas los miembros de Herri Norte.
«Es una grada en la que mucha gente ve el fútbol de pie -explica Lagarda-. Si alguien coloca uno de esos petardos debajo de un asiento, el estruendo causaría seguramente una avalancha del público hacia el campo, ya que ahora no hay vallas. Otros espectadores, situados a los lados, también serían movilizados por los aficionados asustados que corriesen en esa dirección. Es posible que afectase a unas dos mil personas».
Lagarda destaca también que las cámaras de Riazor permitiesen localizar a los ultras fuera del recinto. «Dentro del estadio hay más de doscientos operarios de seguridad, más las cámaras. Si los sancionados entrasen en un campo antes de dos años serían localizados y pagarían una multa de 60.000 euros cada uno», afirma.
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