La previa del duelo entre el Athletic y el Deportivo adquirió tintes violentos en las calles de Bilbao. Los incidentes que precedieron al encuentro en San Mamés entre hinchas radicales de ambos bandos dejaron un saldo de un aficionado gallego herido en una ceja, alcanzado por una botella o una piedra, y dos detenidos por la Ertzaintza. También se vivieron escenas de cierta tensión en algunos locales de la calle Elcano y sus inmediaciones. Como en la cafetería-restaurante Aroaldi, donde los aficionados del cuadro coruñés accedieron en dos ocasiones, la segunda para resguardarse del supuesto ataque de seguidores rojiblancos. «Entraron y se llevaron hasta los cuchillos de la cocina», relata Gonzalo Martín-Marquina, propietario del local, que ha presentado una denuncia ante la Policía vasca por los daños causados en su establecimiento: «Han roto la puerta, la cristalera...».
Los hechos comenzaron, recuerda el dueño del bar, sobre las 14.15 horas. En ese momento, dos coches aparcan en la cercana calle Hurtado de Amezaga. Del interior de los vehículos, según narra, los radicales gallegos, alrededor de un centenar, cogen pasamontañas, bates de madera... «A nosotros nos llamó un amigo por teléfono para avisarnos de que un grupo de aficionados se dirigían a la zona en la que tenemos el bar. Nosotros, por si acaso, avisamos a la Ertzaintza, y en cinco minutos estaban aquí», cuenta con cierto alivio.
Sin embargo, los hinchas fueron más rápidos e irrumpieron de forma agresiva en el Aroaldi. «Eran unos 50 o 60. Fue tan rápido que no sentimos miedo. Nos rompieron la puerta, la cristalera, algo de mobiliario, vajilla...», enumera Martín-Marquina. No obstante, la Policía autonómica les «desalojó» «Entonces llega una cierta calma». Pronto, sin embargo, se repite la escena. En este caso, porque seguidores radicales del Athletic se encuentran con los hinchas del Deportivo y se produce ese enfrentamiento que se salda con un herido y dos detenidos.
«De ciencia ficción»
En ese momento, los gallegos regresan a la cafetería Aroaldi. «Entraron para protegerse de los hinchas de aquí. Es entonces cuando van hasta la cocina y se llevaron hasta los cuchillos», expone el propietario de un establecimiento en el que había «5 o 6 clientes». «Un señor se metió al baño y no quería salir. Había una señora de 90 años... Y el resto se marcharon en el tumulto», aporta el dueño del local, que asegura que se vivieron escenas «de ciencia ficción». «Cuando la policía saca a los radicales por segunda vez, los agentes les ponen contra la pared y les dicen que apunten el nombre y el DNI en un papel para identificarles. ¡Como que se lo iban a dar!», ironiza Martín-Marquina, en cuyo local aún hay bates, cascos de moto, palos...
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