A un lado del campo se coloca el equipo de fútbol de Paolo Di Lauro, jefe de uno de los principales clanes de la Camorra, la mafia napolitana. Entre los jugadores está uno de sus propios hijos, Marco, quien no se ha perdido un partido ni siquiera desde que está en busca y captura y ostenta el dudoso honor de ver su nombre en la lista de criminales más peligrosos perseguidos por la Justicia italiana. Al otro lado del campo se sitúa el equipo del clan rival. En juego, el prestigio de ambos y, sobre todo, un cargamento de droga de la máxima pureza.
Así es el campeonato de fútbol que la Camorra organiza cada año en Scampia, el periférico barrio de Nápoles controlado por los mafiosos y retratado por Roberto Saviano en su célebre libro Gomorra, más tarde llevado al cine. La sorprendente historia de esta liga de la mafia ha sido desvelada por un delincuente arrepentido que ahora colabora con la Justicia, Armando De Rosa, quien asegura que este torneo lleva celebrándose al menos desde 2002.
Él mismo participó en los partidos de aquel año. Según su testimonio, recogido por el Corriere del Mezzogiorno, hay dos tipos de futbolistas: los que pertenecen a algún clan camorrista, como sucedía con él mismo y con Marco Di Lauro, y los semiprofesionales ajenos a la delincuencia organizada que los capos fichan para ganar la liga y hacerse así con la droga que espera al campeón, que la cortará y pondrá a la venta en su zona de influencia.
Alberto Cisterna, magistrado antimafia, reconoce que es lícito dudar de la veracidad de las palabras de Armando De Rosa, aunque advierte de que en Scampia “puede suceder de todo”. “Es una realidad muy particular, un territorio con una fortísima presencia de la Camorra, en el que las cosas más increíbles tienen lugar, como podría ser albergar esta liga de fútbol de la criminalidad organizada. Los delincuentes tienen un control casi total de esta zona, por lo que es posible que pase algo así”, explica a El Confidencial.
La mafia lleva años intentando infiltrarse en el fútbol
Gianluca Di Feo, periodista del semanario L'Espresso y coautor del libro Football clan: por qué el fútbol se ha convertido en el deporte más amado por las mafias (Rizzoli), dice que “no le sorprende” el testimonio del mafioso arrepentido por la “profunda relación que existe entre el calcio” y los grupos de delincuencia organizada en Italia. Di Feo sostiene que la Camorra, la Cosa Nostra siciliana y la 'Ndrangheta calabresa llevan años mostrando un enorme apetito por infiltrarse en el fútbol profesional.
Aunque de momento no lo han logrado en la Serie A, la primera división italiana, han tenido éxito en las categorías inferiores, en las que algunos clubes han llegado a ser propiedad de los capos, de forma directa o a través de intermediarios.
Los grandes equipos del calcio han resistido a las embestidas de los mafiosos gracias a la gran atención que generan y a su tamaño, cuenta Cisterna. “En mi país la pasión por el fútbol es muy fuerte y los delincuentes tratan de aprovecharla. Este peligro está siempre muy presente y en las categorías menores resulta difícil resistirlo. El último caso ha sido el de la Reggina Calcio, cuyo vicepresidente fue arrestado en julio por su relación con un clan mafioso”, dice el magistrado.
La Reggina es el principal equipo de Reggio Calabria, la capital de la región sureña de Calabria, y juega en la Serie B, la segunda división italiana. El periodista, por su parte, sostiene que aunque los grandes clubes hacen de todo para blindarse frente al crimen organizado, es complicado evitar que los mafiosos se acerquen a los jugadores.
Uno de los últimos que podría haber caído en sus redes es el argentino Ezequiel Lavezzi, hoy en las filas del Paris Saint-Germain, quien durante su etapa en el Nápoles trabó amistad con un miembro de la Camorra. También se ha acusado de tener relaciones con la mafia napolitana a Mario Balotelli, estrella del Milan y de la selección nacional. En 2010 Balotelli hizo una “visita turística” a Scampia acompañado de algunos capos de la zona. Según De Rosa, llegó incluso a vender droga, como si se tratara de una experiencia más. El futbolista reconoció el tour por la capital de Gomorra, pero negó que hubiera jugado a ser camello por un día.
Amañar partidos a cambio de bazucas
La infiltración de los mafiosos en los clubes tiene como consecuencia el amaño de partidos. Di Feo recuerda uno en particular, el que disputaron el Crotone y el Locri en mayo de 1997. Se jugaban el ascenso a la Serie B. Según el testimonio de un delincuente arrepentido, estos dos clubes calabreses estaban controlados por las respectivas familias criminales de sus ciudades. Con el apoyo de un tercer clan, que ejerció de intermediario, se acordó la victoria de uno de los equipos y que el que se dejara ganar recibiera en contraprestación un cargamento de armas, en el que había bazucas.
Para el coautor de Football clan hay tres motivos que explican el gran interés del crimen organizado por el fútbol: “El primero es que brinda popularidad y contactos con los poderosos. Si eres el dueño del equipo de tu ciudad, puedes invitar al estadio al alcalde, al jefe de la magistratura local o de la Policía... Los mafiosos logran así relaciones que de otro modo no tendrían. La segunda razón es que a través del fútbol y de las apuestas se puede lavar una gran cantidad de dinero negro. Y el tercer motivo es el posible negocio que se puede lograr por medio de la construcción de infraestructuras ligadas a ese mundo y con la comercialización de objetos con el logotipo del club”.
Acercarse a las estrellas del fútbol lleva siendo una aspiración de los mafiosos desde hace décadas. No hay mejor carta de presentación para mostrar la influencia y los contactos que una fotografía junto a un crack. Lo sabe bien el que para muchos es el mejor jugador de la historia, Diego Armando Maradona, quien se retrató en numerosas ocasiones con los capos camorristas durante sus locos años en Nápoles, donde sigue siendo venerado casi con tanta devoción como San Genaro, el patrón partenopeo.
“Desde el momento en que el fútbol se convierte en un espectáculo global, a principios de los años 80, para los mafiosos tener una foto al lado de una estrella tiene tanto valor como las estampitas de los santos. Antes mostraban su poder en las celebraciones religiosas, haciendo que las procesiones se pararan delante de sus casas. Hoy lo han sustituido infiltrándose en el mundo del fútbol y mostrando una supuesta cercanía con los grandes jugadores”, explica el periodista de L'Espresso.
La conexión Héctor Cúper
Los tentáculos de las mafias italianas también han llegado al balompié español, como cuenta Football clan. En una madriguera camorrista, las fuerzas de seguridad encontraron varias fotografías en las que se ve a dos antiguas estrellas del Real Madrid, Roberto Carlos y Fabio Cannavaro, posando con dos personajes desconocidos, probablemente miembros de la red del narcotráfico de la Camorra que opera en España. El libro de Di Feo cuenta además el papel que desempeñó en el intento de amañar partidos por parte de los mafiosos el entrenador argentino Héctor Cúper, que entrenó en Italia y en nuestro país.
El extécnico del Valencia, entre otros equipos, está siendo investigado por la Justicia italiana por haber recibido supuestamente 200.000 euros para alterar el resultado de dos encuentros en España y otros dos en Argentina. Al principio lo negó todo pero, ante las pruebas recabadas con escuchas telefónicas, acabó confesando que le visitaron en Santander dos napolitanos “que se sacaron los billetes de los calzoncillos y los calcetines”. El entrenador aseguró que el dinero nada tenía que ver con la mafia, sino que pertenecía a su suegra, quien “quería reformar una propiedad suya y prefirió mandarlo por medio de dos amigos”. El caso del amaño de resultados en el que Cúper está implicado sigue hoy abierto.
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