Los incidentes que protagonizaron los aficionados más radicales del Deportivo, los Riazor Blues, y los del Sporting de Gijón, los Ultra Boys, en las horas previas al partido que ambos equipos debían disputar al mediodía del domingo pasado en el estadio municipal de Riazor pudieron terminar en una catástrofe. La batalla campal en la que se convirtió la Ronda de Outeiro, en su confluencia con la calle Villa de Negreira, donde se encontraron los grupos de seguidores violentos, incluyó el lanzamiento de bengalas. Los proyectiles fueron impactando muy cerca de los involucrados en la pelea, que ni se inmutaban con la caída de estos peligrosos artefactos luminosos.
El suceso ocurrió alrededor de las nueve de la mañana. Según diversas fuentes, los Blues y los Ultra Boys, que habían tenido encontronazos otros años, se habrían citado por las redes sociales con anterioridad en ese punto de la ciudad para pelearse. Cuando el autobús que trasladaba a los hinchas del Sporting se acercó al lugar y estos vieron que allí los estaban esperando los aficionados radicales del Deportivo, los Ultra Boys habrían bajado del vehículo y se enzarzaron en lo que desembocó en una batalla. Cerca de una centena de personas participaron en el incidente, que terminó cuando llegaron varias dotaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Entonces, los radicales se dispersaron rápidamente. Hubo cuatro detenidos, tres del Sporting de Gijón y uno del Deportivo, a quienes se les identificó, pero que quedaron en libertad tras el encuentro, que había sido declarado de alto riesgo, precisamente por la fuerte rivalidad entre estos dos grupos.
Escoltados hasta el estadio
Tras el altercado, una decena de furgonetas de la Policía Nacional escoltó a los Ultra Boys en su camino hacia el estadio. Pocos metros antes, en el cruce entre Manuel Murguía y Paseo de Ronda, volvieron a verse las caras los radicales de ambos clubes, pero esta vez ya no hubo espacio para la contienda.
Ya dentro del estadio, cuando el balón echó a rodar, los Riazor Blues y los Ultra Boys cruzaron cánticos, pero el comportamiento de la mayor parte de los aficionados que asistieron al choque entre el Deportivo y el Sporting tuvo un comportamiento ejemplar. Solo unos pocos empañaron una fiesta del fútbol entre dos de los máximos aspirantes a subir a Primera División. La hospitalidad del club coruñés con los cerca de siete mil gijoneses que se desplazaron hasta la ciudad herculina fue tal que poco después de que el árbitro decretase el final del choque, por la megafonía del estadio sonó el Asturias Patria Querida, interpretado por Víctor Manuel. Todo un detalle del anfitrión.
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