Más de tres mil seguidores del Elche se dieron cita ayer en Madrid para ver a su equipo y, ante todo, con muchas ganas de revancha después de la sensación de impotencia que había dejado la derrota sufrida en la primera vuelta a manos del conjunto blanco gracias a la benevolencia del árbitro Muñiz Fernández. La rabia todavía estaba a flor de piel y prueba de ello es que durante varios momentos del partido, sobre todo tras el gol de Illarramendi, que nació de un córner en el que Benzemá estaba en fuera de juego, y al final de la primera parte, se escuchó el ya popular «Así, así, así gana el Madrid», tapado por los pitos de la hinchada rival.
Las bufandas franjiverde, pelucas y los sombreros, que tan famosos se hicieron con el ascenso y fueron repartidos por el diario INFORMACIÓN, se paseaban por las calles madrileñas impregnando ilusión a quienes las llevaban que esperaban un milagro. Veinticinco años había estado la afición franjiverde sin volver al Bernabéu para disputar cara a cara un duelo con el conjunto de Concha Espina.
Desde el Paseo de la Castellana, los fieles a los franjiverdes comenzaron su marcha hasta la Torre D del coliseo blanco, donde esperaron impacientes la llegada del equipo. Entre ellos, las peñas ilicitanas. Pero si a alguna se hizo de notar fue la de «Los pelucas verdes». Ahí donde se encontraban ellos estaba la fiesta. Con la llegada del autobús del equipo se escuchó el primer «Aromas Ilicitanos» de la tarde.
Los porteros del conjunto ilicitano, Manu Herrera y José Carlos, saltaban al campo a las 15.15 horas arropados por el estruendo de su afición. Aquello no era un sueño. Poco más tarde hizo su presencia en el campo, el resto del equipo y parecía que el partido se jugaba en el Martínez Valer, a pesar de que la mayoría de los ilicitanos fueron colocados en una grada alta.
El silbato sonó y comenzó el partido. En ese momento, todo dejó de ser una fantasía para convertirse en una realidad. La unión de los jugadores, vestidos con los colores de la ciudad, el rojo y el azul, y de los aficionados, cantando en alto el «Aromas ilicitanos» levantando las bufandas al viento, completó un bonito despliegue de sentimiento franjiverde que representó la ciudad de Elche mejor que la propia FITUR. Los colores azul y rojo en el campo y el verde y blanco en la grada fueron un gran complemento. Un perfecto coctel que sus protagonistas supieron saborear como si se tratara de un manjar de dioses, esencia de lo que es el ser de un pueblo.
Aunque la afición estaba dividida por todas las zonas del estadio, porque los que pagaron 35 euros tuvieron que conformarse con presenciar el partido desde la grada alta del fondo norte, y los que abonaron 95, lo hicieron desde tribuna, la distancia entre ambos no fue ningún impedimento porque animaron como uno solo. Además, en el Bernabéu, salvo la grada de animación y el llamado gallinero, se ve el fútbol sin muchos aspavientos y eso propició que se escuchará mejor a los franjiverde. Bueno, la afición blanca le cantó al técnico valenciano que era un «pavo real».
Entre repetidos «Fran Escribá, Fran Escribá...» llegó el minuto 12, el de la afición. Y como en el Martínez Valero, durante 60 largos segundos, los aficionados se mostraron más unidos y expectantes que en cualquier partido anterior, con sus banderas y bufandas en alto.
Ni el gol de Illarra, en el minuto 34, ni los de Bale e Isco, lograron callar a una afición que demostró más que nunca lo que siente por sus colores, por su Elche. Terminó el partido coreando al equipo y entonando una y otra vez el «Aromas ilicitanos», antes de abandonar el estadio y dirigirse a los 26 autobuses que los esperaban en la calle Rafael Salgado, junto a la Torre D del Bernabéu. Se perdió, sí, pero todos regresaron a casa orgullosos de su equipo. Bueno, algunos lo harán hoy porque decidieron apurar al máximo su estancia en Madrid.
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