Un bote de gas lacrimógeno lanzado desde uno de los fondos del estadio de El Madrigal obligó a desalojar el estadio dos minutos y medio antes de que concluyera el encuentro que disputaban Villarreal y Celta, con triunfo de los gallegos por 0-1. El humo tuvo un efecto fulminante. A los jugadores de ambos equipos comenzaron a llorarles los ojos y tuvieron problemas de visión inmediatamente.
El colegiado, Fernández Borbalán dudó durante unos instantes y optó finalmente por parar el choque. Los aficionados, muy afectados también por los efectos del humo, comenzaron a desalojar el estadio, que en poco más de cinco minutos quedó vacío. El partido se reanudó veinticinco minutos después y con la grada casi vacía.
El bote lanzado es de los que habitualmente utilizan las fuerzas antidisturbios en las manifestaciones. El colegiado reflejó así lo sucedido en el acta:
"En el minuto 87 de partido, estando el balón en juego, se lanzó desde la grada ubicada detrás de la portería defendida por el equipo visitante (tribuna sur), un bote de gas lacrimógeno no impactando en ninguno de los participantes, produciendo una importante nube de humo que obligó a detener el partido. Instantes después todos los jugadores, al igual que el equipo arbitral, comenzamos a sentir un fuerte picor en los ojos a la vez que teníamos problemas respiratorios, creciendo de manera significativa estas sensaciones a medida que transcurrían los segundos. Considerando que con esta situación era imposible la continuación del partido, decidí dar orden a ambos equipos de ir a vestuarios e interrumpir por el momento el encuentro. Una vez en vestuarios, somos informados a través del Coordinador de Seguridad, D. Juan Francisco Guillén Alves, de que por razones de seguridad, han decidido evacuar a todos los espectadores presentes en la grada. Manteniendo contacto de manera continua con el citado coordinador, pasados 15 minutos, se nos informa que la situación en el terreno de juego era normal para continuar el partido, a la vez que nos garantizaba la seguridad tanto de los participantes como de los espectadores. Por tanto, procedemos a dar 10 minutos para que los espectadores pudieran regresar a la grada y los jugadores pudieran calentar para reiniciar el juego. Finalmente, el partido se reanudó 25 minutos después de que fuese detenido, llegando al final del mismo sin incidencia alguna".
El Villarreal se expone ahora a una sanción que variará en función de cómo el Comité de Competición califique el acto. Las infracciones leves por estos hechos se castigan con multa de hasta 600 euros; las graves, con apercibimiento o cierre de uno a tres partidos o dos meses y multa de hasta 3.000 euros, y las muy graves, con apercibimiento o cierre de cuatro partidos a una temporada y multa de hasta 30.000 euros.
Se considera faltas graves, según el código disciplinario de la FEF, "los incidentes de público en general y el lanzamiento de objetos a las instalaciones y superficie de juego, en particular, que perturben de forma grave o reiterada el desarrollo del encuentro, provoquen la suspensión transitoria o definitiva del mismo o atenten a la integridad física de los asistentes".
No le ayudará al club el hecho de que no fuera detenido el culpable, que el objeto esté prohibido en un estadio de fútbol y que el partido tuviera que pararse durante 25 minutos.
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