Ha llegado el momento de la temporada en el que nadie gana en Vallecas, ese momento en el que la conjunción entre la grada y el equipo hacen del Estadio de Vallecas un infierno para los rivales y una bendición para los franjirrojos. El fortín de Vallecas está en plena ebullición.
La primera vuelta y el arranque de la segunda fue un auténtico calvario para los de Jémez. El Rayo Vallecano contaba sus apariciones ante su público por derrotas, siendo capaz de sumar tan solo dos victorias (Elche en la primera jornada y Real Sociedad en la octava) tras diez encuentros como local, perdiendo con Levante, Barcelona, Valladolid, Real Madrid, Espanyol, Granada, Villarreal y Atlético de Madrid. La victoria ante el Málaga parecía el inicio de una nueva era, pero la siguiente derrota ante el Sevilla, con gol del ex-capitán rayista Coke Andújar, volvía a sumir al equipo en una profunda crisis.
A partir de ese momento, los síntomas de mejoría que había ofrecido el equipo se transformaron en resultados positivos y, desde entonces, el fortín de Vallecas es un lugar inexpugnable para cada equipo que visita el estadio vallecano.
Por aquí han pasado sucesivamente, y con derrota todos ellos, Valencia, Almería, Osasuna, Celta y Betis, lo que supone, junto con los tres puntos de la mencionada victoria ante el Málaga y la derrota del Sevilla, haber logrado dieciocho de los últimos veintiún puntos en juego.
Por Vallecas deberán pasar aún, tanto el Athletic, que está en plena lucha por una plaza de Champions, como el Getafe, que en la última jornada de liga podría jugarse en Vallecas sus últimas opciones de permanencia en Primera División. El fortín de Vallecas está preparado para ser juez.
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