Miércoles 26 de marzo: Nacional de Montevideo y Newell's Old Boys se enfrentan en partido de la Copa Libertadores, en el que el conjunto argentino logra la victoria en el estadio Gran Parque Central por 2 a 4. Sin embargo, el resultado se queda en una mera anécdota, pues los graves incidentes ocurridos en la grada empañan lo deportivo: 40 hinchas detenidos y más de 30 policias heridos por culpa de la violencia, que ya no es exclusiva de los radicales argentinos. Las Barras Bravas uruguayas han ganado poder y la Federación ha dimitido en bloque como medida de protesta.
Sebastian Bauzá, presidente de la AUF y todo el Consejo Ejecutivo de la Federación Uruguaya en bloque presentaron este martes la renuncia a sus cargos después de que el gobierno decidiera retirar a la policía de los estadios uruguayos. A través de un comunicado, la AUF anunció su salida del cargo porque el fútbol uruguayo "necesita tomar decisiones y las condiciones político-institucionales actuales no permiten hacerlo". Las Barras Bravas uruguayas, a imagen y semejanza de las argentinas, han crecido en importancia hasta el punto de convertirse en un grave problema.
Según informan los medios charrúas, la Policía ya tiene fichados a los integrantes de más de diez grupos peligrosos, entre los que se incluyen, especialmente, las hinchadas de Nacional, Peñarol y Cerro. Así, grupos como 'Los feos', 'La banda del Maxi', 'Los villeros' o 'La banda del parque' están sembrando el terror en los estadios de fútbol, en los que las amenazas entre facciones son un hecho. Los cánticos de las Barras Bravas ponen nombres y apellidos a personas a las que amenazan con asesinar, una situación que ha tomado tintes dramáticos y que la AUF quiere parar cuanto antes.
Siempre que se hablaba de violencia en el fútbol latinoamericano, Argentina pasaba a ser el país señalado por culpa de sus radicales. De hecho, la violencia desplegada en los estadios provocó que se prohibiera la entrada de aficionados visitantes, como principal medida para evitar problemas en las gradas. Pero este desgraciado fenómeno ha crecido de manera exponencial en el vecino Uruguay, un problema aún mayor si se tiene en cuenta que es un país con poco más de 3 millones de habitantes y en el que la pasión por el fútbol representa algo más que un simple deporte.
El propio Bauzá hablaba días atrás de una de las claves de la creciente violencia: los clubes. Las entidades deportivas, en su afán de ganar importancia a nivel local y en las competiciones internacionales -en especial en la Libertadores-, realizaron un acercamiento hacia los grupos radicales, normalmente conocidos a parte de por la violencia por ser los grupos que más animan dentro de los estadios. "Fracasó el acercarse y darles entradas, porque como cada vez tienen más poder, otros grupos dentro de la misma barra quieren ser los jefes de equipos de seguridad, lo que genera violencia", indica.
Esta nueva vinculación ha provocado que estas facciones se conviertan, poco a poco, en verdaderos grupos de poder con peso no sólo en lo deportivo. De hecho, una de las denuncias realizadas por la Federación viene tras descubrir que el propio Ministerio del Interior regaló entradas a las Barras Bravas de Peñarol y Nacional para los partidos de la selección nacional. Esta situación no gustó a la AUF, y mucho menos la doble moral del gobierno, que anunciaba a través del presidente José Mújica, el mismo que quitó a la Policía de las gradas, que había llegado el momento de "luchar contra las Barras Bravas".
Los expertos hablan de un problema social más grave
Sin embargo, todo apunta a que no se trata sólo de la violencia en los estadios. Tal y como apuntaba el antropólogo Andrés Recansens a la BBC algunas fechas atrás, el peso de las Barras Bravas uruguayas va más allá de los estadios. Su estructura permite que sea una de las maneras más sencillas de distribuir droga en lo que este experto señala como "un negocio redondo". Incluso en Argentina, tal y como informó El Confidencial, el problema era mayor, después de que fueran 'cazados' varias cabecillas de diversas Barras Bravas reconociendo que el gobierno les protege.
Se intuye que muchas Barras Bravas uruguayas no son más que el caballo de batalla de distintos grupos de poder que buscan el control. Los cánticos de muchas de las hinchadas radicales se han vuelto mucho más violentos en las últimas fechas, y muchos de ellos reclaman la muerte de los líderes de otras Barras. Los clubes buscan una solución, pero la dimisión en bloque de la Federación ha complicado que se tome una decisión a corto plazo. La violencia gana terreno en Uruguay, y que incluso genera dudas de que la FIFA no vaya a intervenir en el asunto.
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