Botas, pantalones militares, camiseta del Real Madrid -Cristiano Ronaldo suele ser su favorito-, y gafas de sol. Este suele ser el uniforme habitual de los ultras que ayer, como cualquier día antes de un partido, hacían su particular calentamiento en la calle Marceliano Santa María, situada justo enfrente de la entrada del Bernabéu que da al Fondo Sur.
En esta zona se concentran varios de los bares favoritos de estos radicales para beber antes del derbi. Ahora, además, aprovechando los últimos restos del verano, muchos prefieren coger la bebida en una tienda de alimentación y tomársela en la calle. La cerveza es, sin duda alguna, su preferida. Algunos, visiblemente borrachos, se tambalean y es dudoso que consigan entrar en el estadio por su propio pie. Otros, recién llegados, se incorporan tras fuertes «abrazos de oso» con sus compañeros, apretones que probablemente desmontarían a cualquiera que no esté tan musculado como ellos. En la zona se respira un cierto ambiente de camadería, aunque este se demuestre de manera curiosa, por ejemplo, fingiendo violentas peleas a patadas y puñetazos. Es su territorio y ese, su idioma.
Aquellos que no conocen y respetan los códigos corren el riesgo de salir malparados. Como un señor mayor al que no se le ocurre mejor idea que ir dejando publicidad en los parabrisas de los coches. Apenas ha puesto tres o cuatro cuando un grupo de jóvenes le arrebatan algunos papeles del montón y se los arrojan, increpándole («¡vete de aquí!, ¡maricón!»). Humillado, el hombre tiene que marcharse con la cabeza gacha.
Evidentemente, no lo hacen para evitar que molesten a los dueños de los coches. Una madre y su hija se suben a su vehículo, visiblemente incómodas, y lo arrancan lentamente mientras los hinchas se apartan perezosamente. Hace ya mucho tiempo que los vecinos de la zona están acostumbrados a este tipo de incomodidades cuando el Madrid juega en el Benabéu.
Pese a todo, la situación ha mejorado en los últimos dos años. Según destacan algunos vendedores, la sustitución de la zona de los Ultra Sur por la Grada Joven de Animación y el rechazo oficial del propio club les ha restado fuerza y ya no hay tantos incidentes violentos como antes. Pero su presencia sigue dejándose sentir.
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