Las medidas de seguridad para el clásico Real Madrid-Barcelona del próximo sábado a las 18.15, calificado como un partido de “alto riesgo”, serán extremas. Tras los atentados del viernes en París, la seguridad se verá incrementada con respecto a esa calificación, con una previsión de unos 2500 efectivos según fuentes de los departamentos implicados que, tras la suspensión del amistoso España-Bélgica, primero, y del encuentro entre Alemania y Holanda, después, activaron el protocolo de seguridad del plan antiterrorista correspondiente al nivel de alerta cuatro, que conlleva unas normas exigentes para el aficionado que acuda al Santiago Bernabéu.
Los controles empezarán desde el jueves, con registros en el perímetro del estadio con perros adiestrados en la detección de artefactos explosivos. El día del partido se dispondrán tres anillos de seguridad en torno al recinto para cachear minuciosamente a cada uno de los asistentes. Como anunció la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, “se examinarán hasta los bocadillos”. Estos controles provocarán que las puertas del estadio blanco se abran, de manera excepcional, tres horas antes del partido. En los tres anillos de seguridad se le solicitarán a los aficionados la entrada del partido, el abono y el carnet de identidad o pasaporte como identificación. El Madrid admite el préstamo del abono, pero no su venta, que está castigada con la retirada del mismo. Por tanto, hay que hacer saber la correspondiente cesión del carnet.
En todas las puertas de acceso se colocarán detectores de metales y se activarán las medidas habituales estipuladas por Antiviolencia para los encuentros calificados de alto riesgo, como la separación de aficiones en el desplazamiento y la ubicación en el estadio o la grabación de la totalidad del graderío para vigilar los movimientos y el comportamiento de los espectadores. Para agilizar el exhaustivo proceso de registros e identificación, la policía aconseja llevar los elementos básicos (teléfono, cartera y llaves), prescindiendo de mochilas, bolsas, ordenadores y otros dispositivos electrónicos como los que hay que separar del equipaje en los controles de los aeropuertos.
La amenaza terrorista no es nueva en el Santiago Bernabéu. El 2 de mayo de 2002, antes de un Real Madrid-Barcelona de semifinales de la Champions, estalló un coche-bomba a tres horas del inicio del encuentro. El atentado de ETA se saldó con 10 heridos, pero el encuentro se disputó con normalidad. Dos años más tarde, el 13 de diciembre de 2004, un Real Madrid-Real Sociedad de Liga tuvo que suspenderse a seis minutos de la conclusión por una amenaza de bomba en el estadio. La policía logró evacuar a los 70.000 asistentes al estadio madridista en tan solo ocho minutos ante la amenaza, que luego resultó ser una falsa alarma.
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