El valencianismo agota su paciencia. La Copa del Rey se presentó como el plan B para salvar la temporada y ayer terminó el partido con bronca en Mestalla. Los pitos del domingo ante el Rayo Vallecano subieron ayer de decibelios para dejar patente el malestar por el callejón sin salida en el que ha entrado en el equipo. La música de viento retumba en Mestalla y las redes sociales hierven fruto de la desesperanza de una parroquia a la que se le prometió títulos de postín. El Valencia ha entrado en un remolino de apatía infinita, donde la suerte se ha convertido en enemiga y en un estado catatónico que desespera a la grada. Como diría Sabina, al valencianismo «le sobran los motivos» para dejar Mestalla vacío en tardes como la de ayer. La imagen del equipo, la entidad del rival dispuesto a echar a priori la Copa por la borda y la política de precios fueron los condicionantes necesarios para que el estadio tuviera una imagen desangelada. Los que se quedaron casa se ahorraron tiempo y dinero.
La afición mostró un profundo malestar con los jugadores. Una vez Nuno tomó la carta de despido hacer unas semanas, el siguiente peldaño es la plantilla, donde el valencianismo intuye falta de intensidad en algunos futbolistas. Ayer, tras el pitido del árbitro, Mestalla dictó sentencia. Poco a poco se ve más pintura que aficionados y la temporada se ha convertido en una tortura.
La presidenta, Layhoon Chan, se pudo hacer una composición de lugar en el palco. Ayer volvió a Valencia para tomar nota del desaguisado y palpar el estado de ánimo. Un estadio muy vacío y alterado. Vienen tiempos difíciles. La presidenta estuvo junto a Kim Koh soportando el chaparrón.
El camino hacia la ducha ya estuvo acompañado de la bronca del personal. El director deportivo, Jesús García Pitarch, en compañía de Vicente Rodríguez, recién llegado a la secretaría técnica, y el director de la escuela, José Ramón Alesanco, departieron sobre lo visto. El partido arrancó con una pancarta de la Curva Nord dando la bienvenida al nuevo director deportivo y con el anhelo de un título: «Ser campió. Eixa és la meta. Benvingut Suso G. Pitarch». Mucho trabajo por delante le queda al recién aterrizado.
Las Palmas, que llegó a Valencia con la teoría de tirar la Copa, se ha visto metido en ella casi sin querer. El Valencia le ha abierto las puertas para pasar de ronda, en su casa y con la entrada gratuita para todos los abonados. Ni por asomo se esperaban los de Setién estar con opciones de clasificarse para semifinales.
En Valencia, la equivocada política del club en el cartel del precio de las competiciones ha provocado que se haya tenido que parchear sobre la marcha. Primero con la Liga de Campeones, con una paupérrima entrada ante el Zenit. Ayer, el exceso por buscar los ingresos vació una grada que sufre cada vez que entra a Mestalla.
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