La mala suerte de encontrarse en el lugar y en el momento equivocados es el runrún que persigue a Joaquín y Mari desde que el Atlético anunciara su desembarco en el recién inaugurado Wanda Metropolitano. Con 65 y 63 años, respectivamente, este matrimonio regenta el bar Akelarre (Nicolasa Gómez, 104) desde el año 86, cuando ni siquiera La Peineta asomaba en el paisaje urbanístico de Madrid. Hasta ahí, no parece una historia desdichada. Sin embargo, el hecho de que sea un histórico reducto del madridismo y que apenas 500 metros le separen de la nueva casa rojiblanca, ha colocado al local en el más absoluto disparadero. «Quién me lo iba a decir a mi», se resigna Joaquín, obligado por las circunstancias a echar el cierre en la jornada inaugural.
Hace meses, los dueños del Akelarre ya denunciaron a este periódico la encrucijada en la que se encontraban. «Mi idea era hacer un lugar de amistad entre ambas aficiones, pero por ahora prefiero esperar», prosigue Joaquín, quien esta semana, avisado por los clientes de las amenazas que varias personas habían vertido en internet, decidió marcharse con su mujer a Málaga y evitar así cualquier tipo de problemas. Allí, además de su nieta de cuatro años, les espera el destino elegido para descansar una vez Mari alcance la edad de jubilación. «Somos autónomos y queríamos esperar a que ella se jubilara para poder marcharnos con lo poquito que nos quede», remarca con algo de tristeza.
Ni siquiera tienen la opción de traspasar el local porque llevan de alquiler más de 30 años. «Me duele cerrar cuando nunca ha pasado nada. Aquí ha venido gente de todos los equipos y siempre se les ha recibido de maravilla», incide Joaquín, quien estos días atrás trató de tapar un poco los símbolos blancos que adornan la fachada. «El rótulo, el cartel, la pared... es complicado», advierte, mientras señala que gracias a la solidaridad del vecindario, son muchas las personas que se ofrecieron para llamar a la Policía en caso de contemplar algún tipo de acto vandálico. En ese sentido, cabe resaltar que el comportamiento de la afición colchonera en el estreno fue ejemplar (tan solo unas manoplas de cartón tapaban dos de los cuatro escudos del Real Madrid que adornan la fachada del establecimiento).
Por ahora, Joaquín y Mari desconocen si abrirán o no en futuros partidos del Atlético. «Queremos creer que sí, sobre todo cuando juegue el mismo día el Real Madrid», subraya Joaquín; eso sí, con una idea muy clara: «Por nosotros no nos preocupa tanto, pero lo que no queremos es que les pase nada a nuestros clientes. Que alguien diga 'vamos a por estos que son del Madrid' y se arme». Solo el tiempo y, más que nunca, una necesaria dosis de civismo, dictará si el Akelarre vuelve a vibrar como lo ha venido haciendo en las últimas tres décadas.
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