Los aficionados detenidos el sábado en el Nou Estadi no entienden por qué tuvieron que pasar día y medio en Comisaría y denuncian agresiones y trato vejatorio por parte de la Policía
Bernat de Diago (21 años), Jordi Martí (21) y Josep Sabaté (20) son, junto con una vallense de 15 años, los aficionados detenidos el sábado antes del choque ante el Numancia. Tras pasar día y medio en Comisaría, el lunes quedaron libres.
Todos son miembros de la peña Nàstic Crew y aún no se explican por qué fueron detenidos. Como cada día de partido, se reunieron en el Bar Apolo de la Vall de l'Arrabassada horas antes del choque. Aseguran que no provocaron ni altercados ni incidentes: sólo cánticos. La sorpresa llegó cuando alcanzaron el acceso al aparcamiento del Nou Estadi: «Nos esperaban decenas de policías que no nos dejaron pasar». Bernat, como presidente de la peña, pidió explicaciones: «Me dijo que no entrábamos porque él no quería: 'Por mis cojones que no pasas'». Mientras Bernat intentaba hablar con el Nàstic y con la Federació de Penyes, Jordi se convirtió en el primer detenido: «Estaba hablando y de repente me cogieron y me metieron en el coche. No dieron explicaciones», recuerda. El siguiente fue Bernat: «Intenté hablar con ellos. Sólo quería saber por qué habían detenido a un compañero. Pero cuando intentaba hacerlo, me pegaron un porrazo y también al coche». Fue entonces cuando el ambiente se caldeó (el atestado policial dice que los jóvenes tiraron piedras a los agentes), y tuvo lugar una carga que terminó con dos detenciones más: las de Josep y la joven de 15 años. La denuncia de estos aficionados no se limita a haber sido detenidos, en su opinión, sin motivo. También afirman haber sufrido agresiones y un trato vejatorio.
Comenzando por el traslado a Comisaría: «Yo iba esposado, y la agente que conducía iba dando frenazos para que me pegase cabezazos contra el cristal. Entonces sonreía», relata Jordi. Una vez en Comisaría, Jordi y Bernat aseguran haber sido agredidos. «No se cortaban con los golpes y los puñetazos», afirma Jordi, quien conserva un ojo morado. «Además, nos apretaban tanto las esposas que aún me duele», lamenta Bernat. La cosa no acabó ahí: Bernat pasó sus primeras horas de detención «en una celda de dos metros cuadrados y sin luz». Jordi, por su parte, afirma que pasó en ese tipo de celda las casi 40 horas de detención. Además, denuncia que sólo le dieron de comer dos veces en todo ese tiempo.
Tras declarar ante el juez el lunes y quedar libres, lo primero que hicieron Jordi y Bernat fue denunciar las supuestas agresiones, presentando como pruebas los partes médicos que obtuvieron la noche del sábado, cuando reclamaron asistencia médica: «Nos llevaron a Santa Tecla, pero el parte médico está muy condicionado por el policía que te acompaña. Prácticamente pone lo que él dice».
Comenzando por el traslado a Comisaría: «Yo iba esposado, y la agente que conducía iba dando frenazos para que me pegase cabezazos contra el cristal. Entonces sonreía», relata Jordi. Una vez en Comisaría, Jordi y Bernat aseguran haber sido agredidos. «No se cortaban con los golpes y los puñetazos», afirma Jordi, quien conserva un ojo morado. «Además, nos apretaban tanto las esposas que aún me duele», lamenta Bernat. La cosa no acabó ahí: Bernat pasó sus primeras horas de detención «en una celda de dos metros cuadrados y sin luz». Jordi, por su parte, afirma que pasó en ese tipo de celda las casi 40 horas de detención. Además, denuncia que sólo le dieron de comer dos veces en todo ese tiempo.
Tras declarar ante el juez el lunes y quedar libres, lo primero que hicieron Jordi y Bernat fue denunciar las supuestas agresiones, presentando como pruebas los partes médicos que obtuvieron la noche del sábado, cuando reclamaron asistencia médica: «Nos llevaron a Santa Tecla, pero el parte médico está muy condicionado por el policía que te acompaña. Prácticamente pone lo que él dice».
El caso es que, tras todo el periplo, les acusan de atentado a la autoridad y alteración grave del orden público, lo que puede suponer de dos a seis años de cárcel. Por ahora, el juez les ha dejado libres, aunque tienen prohibido salir del país y deben presentarse cada 15 días en el juzgado a firmar. Todo ello hasta que llegue el juicio, para cuando esperan haber reunido a una cantidad suficiente de testigos: «Por ahora, tenemos a 37 dispuestos a declarar, y podemos conseguir más. Todos vieron que nos detuvieron por nada».
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