"¡Que sí, ´oé´, que vamos a ascender!", bajo ese grito de guerra, casi tres mil hinchas del Málaga llenan de colorido y animación el estadio granadino. A pesar de la oportunidad perdida, la afición se fue satisfecha con el puntito
El bullicio en la zona norte de Motril explotó en un ruido ensordecedor. Medio millar de aficionados del Málaga, vestidos todos con camisetas blanquiazules, escudo en el pecho, rompía a cantar el himno del club. "Málaga, La Bombonera, flor de la Costa del Sol...". La voz de una hinchada, de un sentimiento, tomaba las puertas del estadio motrileño, el Escribano Castilla. Eran las 16.40 horas, y el movimiento agitado de dos docenas de policías nacionales hacía presagiar lo que apenas unos segundos después iba a suceder. Aparecía el autobús del Málaga. Los aficionados realizaron un estrecho pasillo por el que se aventuró el bus del equipo. No cesaba de entonarse el himno. La estampa desató los primeros pellizcos en el pecho.
Era aún temprano. Pero se avecinaba una tarde de pasión. Y emociones. Dentro del vehículo, Antonio Hidalgo aporreaba las lunas del autobús y espoleaba a sus compañeros. Sandrito hacía lo mismo, en la parte trasera. Los hinchas malaguistas enloquecían fuera. A los cinco minutos, en un clima apoteósico, los cánticos y ánimos se tornaban tempestad. Llegaba el Granada 74, también custodiado por las fuerzas de seguridad del Estado. Los hombres de Marcos Alonso debían pensar que el Escribano Castilla había cambiado de ubicación. Jamás había tenido el equipo granadino un recibimiento tan hostil en su propia casa. Pero es que el coqueto campo era ayer una sucursal de La Rosaleda. Los 4.700 asientos de la instalación estaban ocupados masivamente por los colores costasoleños. De los cuatro graderíos, dos eran completamente malagueños, la tribuna compartía ánimos y el último, un fondo de una portería, permanecía casi vacío.
El amigo Marsá podría haber llenado el campo con unos precios más sensibles. Él es el dueño de su casa. Desde los ´Malaka Hinchas´ pasando por la ´Guiri Army´, el ´Frente Bokerón´, la ´Peña Malaguista de San Pedro o la de Torrox´, la ´Federación de Peñas´ o la ´Peña Málaga CF´. Los peñistas, que recibieron las 750 entradas que el Granada 74 apartó para el Málaga, no se lo perdieron. Tampoco los aficionados de a pie, que buscaron localidades a través de amigos en la zona de la Costa Tropical. Éste era un desplazamiento que el buen malaguista no se podía perder.Cuando el gallego Iglesias Villanueva decretó el inicio del encuentro, la caja de cerillas motrileña era un fervor. La expectación decayó de repente, cuando la Real Sociedad, en el minuto 10, marcaba en Vitoria. En Motril no se movió el electrónico. Tampoco en Castellón. Por eso había una tensa calma en el intermedio, porque el Málaga, entonces, era sólo cuarto (69 puntos), por detrás de Sporting (70) y Real Sociedad (70).Pegados a la radio. La motivación llegó entonces desde el graderío. Nada más reanudarse el encuentro, Adrián empataba el Alavés-Real Sociedad. Ahora sí que la gente se vino arriba. Baha, con un cabezazo, ponía a prueba a José Juan. Luego llegó el gol anulado a Hidalgo. Subían los decibelios.
También la temperatura. Más aún cuando el Castellón anotó el 1-0 al Sporting.Todo iba de cara, pero el Málaga seguía sin ver puerta. A pesar de amarrar sólo el empate, el conjunto de Muñiz era ya segundo, con los mismos 69 puntos, y superaba por el ´average´ al Sporting (69) y en uno a la Real (68). A partir de ahí, el partido y la grada fueron una locura, una verdadera locura. El 1-2 de la Real pasó de puntillas por la grada. No por el banquillo. Muñiz puso en el campo todo lo que tenía. Incluido a Sandro, reclamado por la gente. El tinerfeño destiló clase. La remontada alavesista fue el colofón. Con sufrimiento, el Málaga finalizó 0-0. Es segundo, con los mismos puntos que el Sporting (69) y dos más que la Real (67).El Granada 74 se fue al hoyo. Fue el único detalle feo de la hinchada blanquiazul, que lo festejó con gritos de ´A Segunda B´. Eso forma parte de la idiosincrasia del fútbol.
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