Años atrás, tampoco hace falta remontarse mucho en el tiempo, la visita del Real Madrid o Barcelona a cualquier estadio se convertía en una fiesta para la ciudad en cuestión o en este caso barrio como es Vallecas. Conseguir una entrada se convertía poco menos que en una quimera. Los estadios se quedaban pequeños, pero ahora todo es diferente. Ni la visita del actual campeón, ni del que dicen es el mejor equipo azulgrana de la historia consiguen llenar un estadio. Da lo mismo que sea Vallecas, Getafe o Sevilla. El cemento se convierte en el escenario de todas las transmisiones televisivas.
La realidad dice que Rayo Vallecano y Real Madrid sólo han sido capaz de llevar a 9.740 espectadores al estadio de Vallecas, dejando más de un tercio de la grada vacía. Dato que supera los 8.000 aficionados que presenciaron la derrota blanca en Getafe sucedida el pasado mes de agosto en la segunda jornada de Liga, cantidad que sólo subió a 10.000 con motivo de la visita del Barcelona al Alfonso Pérez. Cierto es que el duelo entre madridistas y vallecanos se inició en la tarde del domingo y no terminó hasta la noche del lunes por culpa de esos cables que fueron cortados de manera tan certera como indebida, pero si nada hubiera pasado, la entrada no se habría ido a más allá de los 11.000 espectadores.
El campeón de Liga tampoco fue capaz de llenar el Sanchez Pizjuán. El estadio del Sevilla se quedó en 30.000 espectadores, quedándose algo más de un tercio sin vender. Y es que en las últimas dos temporadas tan sólo los clásicos entre Real Madrid y Barcelona parecen despertar el estímulo de un aficionado golpeado por la crisis y a los que los precios de las entradas no invitan a hacer un esfuerzo para acudir de algo que antes no prescindían.
Los dirigentes de los equipos, nada tiene que ver la LFP en esta historia, no son consecuentes con el momento social en el que se encuentra España. El Getafe, por ejemplo, lejos de bajar el precio de las entradas tras el fracaso de taquilla en el partido ante el Real Madrid, con motivo de la visita del Barcelona subió la más barata hasta los 60 euros. O los directivos del Rayo que decidieron, algo ya anunciado en el momento de obtener el abono de la temporada, colocar un suplemento de 25 euros a todo aquel que quisiera ver a su equipo ante el campeón de Liga.
Los aficionados están enviando señales de que empiezan a estar saturados. La historia poco tiene que ver con los horarios y sí con los precios. Otras Ligas han decidido bajar el importe hasta colocar entradas a nivel popular. En España no aprenden y ya ni los derbis entre equipos con tanta rivalidad con los sevillanos, Espanyol o Barcelona o cualquier partido de Liga del Real Madrid en su estadio sirven para colgar el cartel de 'no hay billetes'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario