Desde verano, los mensajes entre el grupo y la directiva han sido continuos, iniciando una especie de guerra, en el que ambos han usado sus mayores armas propagandísticas. Les pongo en antecedentes. En julio del año pasado, el grupo Biris Norte protagoniza una pelea en Rota durante un amistoso de su equipo contra un combinado local, al final de dicho encuentro protagonizan una batalla campal. Esta pelea es para de Del Nido la gota que colma el vaso contra este grupo, que ya había protagonizado otras peleas o provocado sanciones para el club por el uso de bengalas, y en concreto con los violentos a los que cobijan entre sus miembros.
Desde ahí se inicia lo que podríamos denominar como una campaña anti violencia en el Sánchez Pizjuán. La zona de gol norte del estadio sevillista, lugar donde se sitúa el grupo ultra, tendría medidas de vigilancia y seguridad especiales, se instalan unas rejas en la grada, y no se permitirá la entrada a aficionados que no presentan en la puerta su documento nacional de identidad, además de tener una foto en el propio abono de acceso al campo y de someterse a un cacheo por parte de las autoridades.
Los aficionados de dicha zona, y más especialmente los miembros de la peña Biris, entendieron estas nuevas medidas como un abuso de autoridad, pero el club se justificaba en todo momento a que su adecuación había sido consensuada en todo momento con las autoridades. El grupo no cedió, y dejo de asistir al estadio, a la par de iniciar una campaña para expulsar a Del Nido de la entidad. Antes y durante de cada partido se concentran en los alrededores del estadio para manifestarse contra las impopulares barreras de acceso al coliseo blanquirojo, han repartido panfletos en contra del presidente, acusándolo de haberse convertido en un déspota como fue Manuel Ruiz de Lopera en el equipo vecino, y por supuesto el uso de las redes sociales como medio para protestar.
Ambas partes se han equivocado, los episodios violentos protagonizados por los Biris son inadmisibles y estaba claro que el Sevilla debía tomar cartas en el asunto, pero puede que las soluciones de Del Nido hayan sido también desmedidas. Sin el grupo más animoso en el campo, el famoso ambiente del Pizjuán ha decaído al punto de pasar gran parte del partido entre los silencios y murmullos de la grada.
No solo se nota la falta del gol norte, si no que la asistencia y los abonados del Sevilla han decrecido. Desde hacía años la directiva había encarecido enormemente el precio de los abonos, argumentando que el producto de equipo que se ofrecía era también de más calidad. Pero la pelota dejó de entrar, la calidad bajó pero no el precio. La gallina de los huevos de oro murió, y muchos hinchas, insatisfechos con lo que veían o ante la imposibilidad de pagar su abono, se han dado de baja.
Todo este caldo de cultivo nos hace entender la extraña y triste imagen que se veía en el Pizjuán ayer. Lluvia durante toda la semana, frio, domingo, y encima las televsiones, a las que el fútbol ha vendido su alma, dijeron que había que jugar a las nueve y media de la noche, ni siquiera el euro Levante suponía un aliciente para asistir al partido. Consecuencias, los Biris fuera, el campo en silencio, menos de 25.000 personas en las gradas, y el ambiente más gélido que se recuerda en Nervión. Casi se escuchaba lo que los jugadores se decían entre ellos.
Nadie quiere que los violentos vuelvan y de nuevo protagonicen escenas dantescas, pero tampoco quieren ir al Pizjuán como el que va a un tanatorio, al fin al cabo la gente va a un campo de fútbol a divertirse. El próximo partido en casa será contra el Betis, el derbi sevillano, uno de los días grandes de la ciudad, algo que seguro arrastrará a muchos aficionados verdiblancos hasta la casa de los sevillistas, y podría darse la inédita situación de que el ambiente, los cánticos y el colorido lo pongo la parroquia visitante en lugar de la local.
Del Nido y los Biris deben replantearse las cosas, llegar a un acuerdo y firmar el armisticio. Los violentos fuera, el buen aficionado dentro con los suyos, pero sin tener que entrar como un delincuente o estar enjaulado como un animal. El mandatario hispalense debe replantear sus precios abusivos por un producto devaluado,y permitir que los sevillistas puedan costearse la admisión en su casa para, hacer lo que para muchos es su pasión, animar a su equipo.
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