Cantos nacionalistas, fuerzas paramilitares integradas en grupos ultras, gases lacrimógenos, cañones de agua y una patada de un futbolista al pecho de un policía. Ese fue el explosivo cóctel que provocó que un partido de fútbol entre un equipo croata y otro serbio se convirtiese en una batalla campal. Se saldó con 200 heridos y para muchos croatas sigue siendo el inicio simbólico de su guerra de independencia. 23 años después las selecciones de ambos países se vuelven a encontrar en el mismo escenario.
Maksimir es descrito por las guías croatas como uno de los distritos más tranquilos y mejor comunicados de Zagreb, sin embargo nada tranquilo fue el 13 de mayo de 1990 en el estadio que toma el nombre del barrio. Se habían celebrado las primeras elecciones croatas en 50 años y los partidos a favor de la independencia fueron los vencedores. En ese contexto se enfrentaban Dinamo de Zagreb y Estrella Roja de Belgrado, antagónicos por dominio deportivo y por las regiones que representaban.
La violencia que desintegraría los Balcanes era palpable en los estadios de fútbol años antes y los grupos radicales ya estaban politizados. Los Bad Blue Boys, ultras del Dinamo, apoyaban al líder de la HDZ, Fradjco Tudjman, principal líder proindependentista. Además serían posteriormente los primeros voluntarios en la guerra de independencia. Del otro lado estaban lo Delije, hooligans del Estrella Roja, seguidores de Slobodan Milosevic. Y comandados por el que sería uno de los mayores criminales de guerra en el conflicto balcánico, Zeljko Raznatovic, conocido popularmente como Arkan.
Unos 2000 Delije se trasladaron al Maksimir y fueron alojados en la grada sur del estadio. Cuando los Bad Blue Boys empezaron a cantar el himno croata y parte del estadio empezó a tirar piedras a los serbios. Estos respondieron arrancado las sillas del estadio y usándolas como armas. Cuando los ultras croatas rompieron el cerco norte y saltaron al campo para enfrentarse a los Delije se organizó una batalla campal entre hooligans y policía, en la que los medios del país de los dálmatas siempre denunciaron la alineación de las fuerzas del orden con los intereses yugoslavos.
El partido se emitía por televisión y la señal no se cortó durante la hora que duró la refriega. Todo el país presenció el que sería uno de los gestos de la resistencia a la continuidad de Yugoslavia. Casi todos los jugadores se habían retirado a los vestuarios, pero Zvonimir Boban, jugador de Dinamo, se encolerizó con la actitud de un policía, Refik Ahmetovic, que azotaba con la porra a un Bad Blue Boy y decidió actuar. Fue a por el oficial y le propinó una patada voladora en el estómago, el violento gesto fue conocido por la prensa como 'la patada que se escuchó en todos los Balcanes'.
El partido que nunca se jugó fue un partido importante en la historia de Yugoslavia según el escritor Neven Andjelic porque tenía implicaciones políticas y era "señal de la violencia que se aproximaba." La Superliga yugoslava desaparecería al año siguiente del incidente, Croacia se independizaría y la guerra más sangrienta desde la II Guerra Mundial duraría casi cinco años.
Vuelta al Maksimir
Esta será la primera vez que Serbia se enfrente a Croacia con su actual denominación, pero en el camino a la Euro 2000 ya lo hizo con el nombre de Yugoslavia, entonces integrada por Serbia y Montenegro. Las dos selecciones se jugaban el pase al torneo continental y hubo mucha tensión en el terreno de juego. El partido se disputó bajo unas fuertes medidas de seguridad y no hubo grandes incidentes entre las aficiones, ya que no hubo visitantes, pero la nerviosismo era patente.
En la grada croata, una gigantesca bandera de ese país recordaba a los nuevos yugoslavos con la inscripción "Vukovar 91" las masacres y crímenes contra la humanidad que había cometido en la ciudad fronteriza. Mientras, en el campo, Yugoslavia se quedaba con un jugador menos. Tras una falta Jarni se encaró con Mirkovic, este le agarró y le retorció la entrepierna. Un español, García Aranda, fue el encargado de expulsarle. Cuando abandonaba el terreno de juego, el yugoslavo, desafiante, dedicó un típico gesto serbio a la grada, con tres dedos levantados.
Yugoslavia empató, se clasificó para la Euro y pudo volver a casa sin incidentes dos horas más tarde. El dispositivo de seguridad que había blindado los 15 kilómetros que separaban el Maksimir del aeropuerto no tuvo que afrontar ninguna situación tensa.
La mirada puesta en Brasil y la Unión Europea
Con tan solo cuatro puntos en cuatro jornadas, Serbia llegará al Maksimir jugándose su última carta en el camino hacia el mundial de Brasil, mientras que para Croacia el partido será algo más que fútbol, pese a que se dispute sin hichada visitante, al menos oficialmente. El país entrará en la Unión Europea en julio de 2013, en el calendario que le exigía la UE para su entrada aparecía el respeto a las minorías.
La serbia es la más numerosa de las minorías en Croacia y representa el 4 % de la población, pero las relaciones con ella aún siguen siendo tensas. El pasado 15 de marzo el presidente del Dinamo de Zagreb fue detenido por unas declaracione en las que cargaba contra el ministro de educación y deportes de Croacia, Zeljko Jovanovic de etnia serbia.
En Serbia los ultras de los equipos de fútbol siguen siendo un problema para el país. En un desplazamiento a Génova en 2010, los hooligans del país balcánico ya obligaron a retrasar primero y luego suspender un partido que su selección jugaba en la clasificación para la última Euro ante Italia. El grupo radical tomaba nada menos que el nombre de la milicia paramilitar de Raznatovic: 'Los Tigres de Arkan.'
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