Ajenos a la fiesta, los hinchas más radicales avisaron que el partido de ayer ante Milan fue el último. No habrá más "pancartas, banderas ni cánticos". "Huelga de animación" hasta el final de la temporada, dice el comunicado. La protesta comenzó, en rigor, el sábado pasado en el triunfo 2-0 ante Deportivo. Detrás de un arco, en su lugar habitual, pusieron una bandera que decía: "Cementerio azulgrana, gracias a todos". Sin nosotros -sugería el mensaje, sugestivamente no retirado por el club- no hay aliento. El club sí retiró otras banderas que acusaban de mentiroso al presidente Sandro Rosell, caricaturizado como Pinocho. Los hinchas protestan contra lo que consideran una "criminalización" de la policía y de los medios tras el lanzamiento de una bengala en el Camp Nou, contra Real Madrid. El episodio obligó a Rosell a reconocer que en mayo de 2010, cuando estaba en campaña para ganar la presidencia del club, firmó un acuerdo con diez agrupaciones. La más conocida es la de los Boixos Nois, de historial violento y mensajes mafiosos al ex presidente Joan Laporta, que los echó del Camp Nou. Pintaron su casa y le indicaron dónde estaban sus familiares. Rosell los rehabilitó. Entradas a 10 euros, viajes y mercadotecnia a cambio de animación. "Quisimos recuperarles desde la buena fe y bajo la idea de tolerancia cero con la violencia. No lo hemos conseguido. Se acabó la historia", se disculpó el nuevo presidente.
Milan, rival ayer de Barcelona y otro de los equipos más poderosos y tradicionales en el Primer Mundo del fútbol, también tiene sus "muchachos". El vicepresidente Adriano Galliani celebraba hace unas semanas el fichaje de Mario Balotelli en el restaurante Giannino, en pleno centro de Milán, acompañado, entre otros, de Giancarlo Capelli, "Il Barone", líder histórico de la curva Sud y a quien el propio Galliani había denunciado por extorsión. Il Barone y los suyos exigían entradas y otros privilegios en 2007 a cambio de mantener la paz en el Giuseppe Meazza. La policía los encarceló y le puso protección a Galliani. Un año después, en diciembre de 2008, Galliani llegó custodiado en un auto policial a un brindis de fin de año. Brindó con los "Guerrieri Ultras", nuevos patrones de la Curva Sud del Meazza, el mismo grupo que él había denunciado por extorsión.
Brasil, sede del Mundial 2014, debate si deben disolverse las "Torcidas Organizadas". Primero fue la bengala que hinchas de Corinthians lanzaron hace 23 días en la ciudad boliviana de Oruro en un partido de Libertadores frente a San José, que provocó la muerte del adolescente Kevin Espada, de 14 años. Al domingo siguiente, la TV Globo, fiel aliada de Corinthians, puso al aire en su programa Fantástico a un menor de edad, supuestamente inimputable, que se adjudicaba el hecho. Un perito "demostró" luego ante las cámaras, "con un ciento por ciento de garantía", que el menor, efectivamente, había sido el responsable. El menor, H.A.M., contó Folha en un blog, fue beneficiado con una beca de estudios por parte de Gavioes da Fiel, la poderosa Torcida Organizada de Corinthians. Este lunes, acaso para frenar las burlas que ya aparecían en otros medios, se agregó un segundo "culpable". La intención, por ahora infructuosa, es que la policía boliviana libere de una vez por todas a los doce integrantes de Gavioes da Fiel que siguen detenidos, entre los cuales está el tesorero de la agrupación.
Palmeiras, clásico rival de Corinthians, cesará todas las "regalías" que concedía a Mancha Verde. Entradas para la reventa, merchandising y otros. Lo decidió después de que miembros de esa Torcida Organizada golpearon al arquero Fernando Prass en el Aeroparque de Buenos Aires, tras la derrota contra Tigre, también por la Libertadores. En 2008 fracturaron un brazo al DT Vanderley Luxemburgo. En 2009 agredieron al delantero Vagner Love y rompieron el auto de Luan. En 2011 golpearon primero al volante João Vitor y luego buscaron en su propia casa al delantero Kleber Gladiador. En 2012, después de una derrota contra Corinthians, destrozaron el restaurante de un dirigente y agredieron en una peluquería al lateral Fabinho Capixaba. Asociaciones civiles, con socios, presidente y tesorero, algunas Torcidas Organizadas, como Gavioes y la Torcida Independiente (del Sao Paulo), tienen hasta escuelas de samba que desfilan en el Carnaval y reciben dineros de la TV que paga para transmitir la fiesta. Encuestas en los diarios muestran una abrumadora mayoría de lectores que piden la disolución de las Torcidas Organizadas. Palmeiras aclaró que no está de acuerdo. "¿De qué serviría extinguirlas si igualmente pasarían a existir en la clandestinidad?", se preguntó también Aldo Rebelo, ministro de Deportes. A su lado, estaba Jérôme Valcke, secretario general de la FIFA. "Acá -me dice desde Brasil el colega Leonel Plugel- las barras todavía están con pelear a la barra rival. No llegaron a negocios más gruesos, para pasar a matarse entre sí, como en la Argentina."
En la Argentina, el inicio de 2013, año de elecciones y nexos políticos que se intensifican, demostró que siempre se puede estar peor. Más muertos, partidos suspendidos, choques internos o contra barras rivales. Dentro y fuera de la cancha. Balas, cuchillos, autos quemados. Funcionarios que pasan. Dirigentes que resisten como pueden o barras de corbata que negocian todo. Operativos que fallan. Cámaras de seguridad que no filman. Organismos que cambian. La Justicia, como sucedió hace unas semanas con dos barras de Estudiantes, impone penas de prisión perpetua. Nada alcanza. Un capo menos -preso, muerto o retirado- no es un alivio, sino una interna con aspirantes que matan para mostrar cuál es más fuerte. ¿Dónde nacen los barrabravas? ¿Nacerán como barrabravas? Inadaptados o adoptados. Mercenarios o marginados. El jueves pasado, plateístas de Boca que pagan hasta 3000 pesos anuales el abono, más el plus por cada partido de Libertadores, entraron a la Bombonera como ganado. En la popular es peor. "Pero el espectáculo en las tribunas -me dice un colega italiano, que jamás había ido a la Bombonera- fue fantástico." En las tribunas. No en la cancha. Horas antes, hubo balazos entre barras y allanamiento judicial. También allanaron a Tigre. Fue por la muerte de Adrián Velázquez, en una interna que cotizó mejor a partir de la clasificación a la Sudamericana y la Libertadores. Se juegan partidos sin público. O sin público visitante. Si no se jugara, ¿dónde iría esa violencia?
El fútbol inglés, se sabe, fue tomado como modelo en la lucha contra la violencia. Sus estadios son teatros. Los alemanes, en cambio, creen que deben mantenerse sectores populares, con espectadores parados. En diciembre pasado, miles de hinchas alemanes hicieron una protesta simultánea en diversos estadios en contra de nuevas y duras medidas de seguridad. En 2004 llegó a Buenos Aires un especialista holandés. Otto Adang vio con razón que aquí todo había llegado demasiado lejos y sugirió cambios radicales. Jamás imaginó tal vez que, en diciembre pasado, apenas en las afueras de Amsterdam, siete adolescentes del equipo amateur Nieuw-Sloten y el padre de uno de ellos asesinarían a un árbitro. Richard Niewenhuizen, de 41 años, del Buitenboys, un club sostenido por los padres, con apenas un empleado pago, había dirigido a su propio hijo. Lo mataron a patadas y trompazos. Fue una conmoción. "Querido papá -escribió Alan, uno de sus tres hijos-, fue absurdo, claro. Aun cuando las heridas curen, ya nada será igual. Nunca te olvidaremos. Te vamos a extrañar."
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