A Sandro Rosell le ha surgido un nuevo contratiempo. Al mal momento que atraviesa el equipo, con tres derrotas en los tres últimos encuentros, se une ahora el conflicto con una parte de la grada del Camp Nou. El lanzamiento de una bengala desde un sector violento en el partido de vuelta de semifinales de Copa del Rey contra el Real Madrid ha desencadenado los acontecimientos. La directiva azulgrana reconoció desde un principio que el incidente partió de la zona en la que estaban ubicados sus aficionados y no del sector de los Ultras Sur, tal y como se barajó en un principio.
A raíz de esto, al club se le han ido acumulando los problemas. Y es que, tras la enconada lucha que vivió Joan Laporta (amenazas incluidas) para sacar del coliseo blaugrana a los hinchas violentos de Boixos Nois, parece que el actual Barcelona ha dado varios a pasos atrás a este respecto. La directiva culé ha admitido que facilitó entradas a grupos de seguidores, sin ningún tipo de control, y que pudieron haber caído en manos de aficionados radicales. Por eso, y por el hecho de no informar de ello a los Mossos d'Esquadra, la dirección general de Administración de Seguridad del departamento de Interior está estudiando la posibilidad de abrir un expediente al FC Barcelona. Esto podría llegar a suponer para las arcas del club una sanción de entre 3.000 y 60.000 euros.
A esto habría que añadir otro expediente, el que días antes se abrió para proponer el castigo por el lanzamiento de la bengala. Este hecho podría costarle a la entidad culé una multa muy superior y que oscila entre los 60.000 y los 600.000 euros. Ahora todo queda en manos del departamento de Interior, que será quien determine el castigo definitivo para el club catalán.
Huelga de animación
Pero al margen de lo económico, la gran china en el zapato para Sandro Rosell es la última decisión que ha tomado una parte de la afición barcelonista, la más ruidosa y bulliciosa con el equipo, que ha hecho pública una ‘huelga’ de animación que se iniciará este sábado ante el Deportivo de la Coruña. Determinados grupos, entre ellos los habituales del Gol Sud, han dejado bien claro que no alentarán al equipo en los sucesivos partidos de Liga (se hará una excepción con el de Champions ante el Milan) porque consideran injusto el trato que se ha vertido sobre ellos.
Creen que no todos los grupos de animación son violentos y que, tras los incidentes de Copa, se les ha criminalizado. De ahí su decisión. En un comunicado firmado por Grup Fidel, Nostra Ensenya, Almogàvers, KF, Supporters Puyol, Tòxics Ventura i Unibarçataris, denuncian "la vulneración de los principios de presunción de inocencia al asociar animación a violencia, ambiente a incidentes, apoyo incondicional a radicalismo y pasión a intolerancia".
Curiosamente, durante un tiempo este sector que ahora protesta había llegado a un acuerdo con el club en la iniciativa de crear la famosa Grada d’Animació con el objetivo de potenciar la presión hacia el adversario y el aliento a su equipo en los duelos del Camp Nou. Algo que, tras los últimos acontecimientos, parece que puede quedar aparcado.
Expuesto todo esto, no parece la mejor forma de afrontar una semana decisiva. El club, y por ende Sandro Rosell, deberá tomar cartas en el asunto y cicatrizar esta herida. Si los jugadores y el cuerpo técnico escenificaron un clima de unidad en la comida de este pasado miércoles, no parece muy lógico que se produzca un distanciamiento con la grada. Al máximo mandatario culé le toca ahora la función de ‘pacificador’.
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