Corría el año 1985 y la temporada futbolística llegaba a su final. Tal día como hoy, se celebraba la final de la Copa de Europa, entre Juventus y Liverpool. El estadio de Heysel la albergaba y miles de aficionados de uno y otro equipo se trasladaron a la capital belga.
Los incidentes comenzaron en los prolegómenos del partido. Los «hooligans» y los «tifosi» iniciaron una batalla con navajas, barras de hierro, botellas, piedras y lanzando todo objeto que encontraban.
La valla que separaba las dos aficiones se vino abajo por la presión de los radicales ingleses. Los italianos intentaron agazaparse en las paredes del estadio, pero esta acción provocó decenas de asfixias, muchas de ellas mortales. Además, algunos fallecidos ofrecían cráneos rotos y cuerpos penetrados por barras de hierro. En total, 39 aficionados muertos. 32 eran italianos, 4 belgas, 2 franceses y uno británico. Todos ellos comprendían unas edades de entre 11 y 55 años.
No sólo la violencia de los «hooligans» ingleses desencadenó en este lamentable suceso. Durante el día, los hinchas ingleses cometieron abusos sexuales, destrozaron bares y coches, y robaron el escaparate de una joyería.
Los desagradables incidentes no pasaron desapercibidos por la FIFA, pues obligó a establecer zonas de asientos en las gradas de pie. A partir de ahí, se sucedieron los controles de objetos metálicos, armas y bebidas alcohólicas a través de cacheos. Por su parte, la UEFA decidió que la final se celebrase, a pesar de la negativa de los jugadores. El partido, con más de una hora de retraso, se decidió con un gol de penalti de Platini en la segunda parte.
Las sanciones no se hicieron esperar. El Liverpool se quedó sin jugar en competición europea durante seis años y los clubes ingleses cinco. Sin embargo, los aficionados ingleses imputados por las muertes de aficionados italianos no cumplieron toda la condena establecida. Al principio, fueron condenados a tres años de prisión; pero cuando llevaban cumplida media condena, la sentencia fue suspendida tras el recurso de la defensa, al entender que el homicidio fue involuntario.
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