Wembley estuvo dividido en mitades perfectas con la tribuna este pintada de amarillo por los simpatizantes de Borussia y la oeste de rojo por los del Bayern, que además de ganar la final de la Liga de Campeones, obtuvieron una victoria en el duelo de hinchadas alemanas.
El estadio tardó en completarse, pero a la hora del arranque del partido, a las 19.45 de Londres (15.45 de Argentina) 86,298 de las 90.000 localidades estaban completas.
El cruce de simpatizantes comenzó antes, con tibios cánticos, solamente alentados por la televisación oficial que en las dos pantallas gigantes del estadio se dedicó a hablar con hinchas y arengar a los equipos.
Los organizadores también pasaron los himnos oficiales de cada uno de los conjuntos, en los que los de Múnich se robaron el protagonismo gracias al movimiento sincronizado de miles de banderas.
El grito de los apellidos de los jugadores mientras la voz del estadio anunció las alineaciones iniciales retumbó en ambos costados de Wembley. Durante el primer tiempo, la hegemonía en las tribunas estuvo tan repartida como el partido adentro de la cancha.
Los hinchas del Dortmund gritaron los primeros “uuu” de la tarde, cuando a los 14 minutos, Robert Lewandoski tiró un remate de larga distancia que Manuel Neuer sacó arriba del travesaño y luego, cuando otro polaco, Jakub Blaszczykowski, conectó un centro que volvió a tapar el arquero del conjunto bávaro.
Siguieron los remates, Reus primero, Sven Bender después, y los casi 30 mil hinchas del Dortmund empezaron a saltar para hacer vibrar a la “Catedral” del fútbol.
De ahí en más vino la inyección de ánimo desde las tribunas para el Bayern, donde se empezó a corear los apellidos de varios de sus jugadores, comenzando por Neuer, hasta ese momento una de las figuras de la cancha. Los dos mano a mano que tuvo Arjen Robben y salvó el arquero Roman Weidenfeller terminaron de levantar los cánticos en la zona roja del estadio.
“Bayern, Bayern”, gritaron eufóricos los de Múnich, con tres aplausos cada vez que decían el nombre de su equipo. Las nueve bengalas rojas que encendieron para recibir a sus jugadores a la salida del segundo tiempo parecieron haber surtido efecto cuando Mario Mandzukic abrió el marcador con el arco a total disposición.
El estadio tardó en completarse, pero a la hora del arranque del partido, a las 19.45 de Londres (15.45 de Argentina) 86,298 de las 90.000 localidades estaban completas.
El cruce de simpatizantes comenzó antes, con tibios cánticos, solamente alentados por la televisación oficial que en las dos pantallas gigantes del estadio se dedicó a hablar con hinchas y arengar a los equipos.
Los organizadores también pasaron los himnos oficiales de cada uno de los conjuntos, en los que los de Múnich se robaron el protagonismo gracias al movimiento sincronizado de miles de banderas.
El grito de los apellidos de los jugadores mientras la voz del estadio anunció las alineaciones iniciales retumbó en ambos costados de Wembley. Durante el primer tiempo, la hegemonía en las tribunas estuvo tan repartida como el partido adentro de la cancha.
Los hinchas del Dortmund gritaron los primeros “uuu” de la tarde, cuando a los 14 minutos, Robert Lewandoski tiró un remate de larga distancia que Manuel Neuer sacó arriba del travesaño y luego, cuando otro polaco, Jakub Blaszczykowski, conectó un centro que volvió a tapar el arquero del conjunto bávaro.
Siguieron los remates, Reus primero, Sven Bender después, y los casi 30 mil hinchas del Dortmund empezaron a saltar para hacer vibrar a la “Catedral” del fútbol.
De ahí en más vino la inyección de ánimo desde las tribunas para el Bayern, donde se empezó a corear los apellidos de varios de sus jugadores, comenzando por Neuer, hasta ese momento una de las figuras de la cancha. Los dos mano a mano que tuvo Arjen Robben y salvó el arquero Roman Weidenfeller terminaron de levantar los cánticos en la zona roja del estadio.
“Bayern, Bayern”, gritaron eufóricos los de Múnich, con tres aplausos cada vez que decían el nombre de su equipo. Las nueve bengalas rojas que encendieron para recibir a sus jugadores a la salida del segundo tiempo parecieron haber surtido efecto cuando Mario Mandzukic abrió el marcador con el arco a total disposición.
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