Vecinos y comerciantes de Nervión han demandado más vigilancia los días que haya partido del Sevilla por el vandalismo que sufren de los hinchas que van al estadio.
No sólo en Heliópolis cuando juega el Betis. En Nervión algunos hinchas del Sevilla también toman las calles horas antes del partido para «hacer botellonas en las aceras y patios comunitarios» ante la falta total de vigilancia que lo impida.
El presidente de los comerciantes de la zona, Agustín Rodríguez, ha pedido al Ayuntamiento que tome medidas e incremente la seguridad y la vigilancia antes del partido, porque «después ya se van a sus casas los hinchas», e incluso que durante el acontecimiento deportivo «limpien las calles pues hay veces que no se retiran los residuos hasta el día siguiente», a pesar de los servicios especiales que dispone el Ayuntamiento los días de partido.
Como los comerciantes, los vecinos también se quejan de la falta de protección por parte de las autoridades. En concreto, las familias de la calle Benito Mas y Prat de los bloques 4, 6, 8 y 10 que se ordenan en el denominado Edificio Hispal y que se han visto obligadas a acometer un cerramiento para defenderse de la botellona en el patio de los bajos de los bloques —una trasera privada de uso público— que dejan llenos de basuras, cristales, pintadas de todo tipo, y destrozos del mobiliario, si bien no pueden cerrar las puertas para impedir el paso ya que con ello se obstaculizaría el acceso a los negocios que hay en el recinto.
Uno de los vecinos afectados es Enrique Solano Reina, propietario de dos locales en el Hispal que «llevo dos años intentando alquilar». «Es imposible —dice— debido al lamentable estado en el que se encuentra la calle, por el vandalismo y comportamiento incívico durante las concentraciones previas a los partidos de fútbol que han obligado a cerrar cuatro locales de los seis existentes». Asegura que está reformando dichos locales con la idea de abrir un centro de formación, «abonando los distintos tipos de tasas e impuestos, cumpliendo así con las ordenanzas fiscales» y con el riesgo que asume en los tiempos que corren.
«Todo ello, con la lógica preocupación debido a los estragos del gamberrismo, incremento del sentimiento de inseguridad, agresión a la convivencia cívica, además de los grandísimos daños económicos. Pero además el uso del espacio público se pone en cuestión. Y se pone en cuestión, cuando se imponen el abuso, la apropiación, o esa otra forma de apropiación negativa que es el simple destrozo», recalca Solano, que invoca la ordenanza de limpieza pública y gestión de residuos urbanos.
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