El partido más esperado ha llegado y la Mareona está encendida. Es el desplazamiento del año. En torno a seis mil sportinguistas tomarán las calles de La Coruña durante todo el fin de semana y se dejarán oír en las gradas de Riazor. Para colmo, Deportivo y Sporting se encuentran en lo alto de la clasificación, jugándose el tipo por una plaza en ascenso directo. El vencedor tendrá mucho ganado, aunque nada será definitivo aún tras la batalla.
En el ambiente se palpa algo distinto. El primer entrenamiento de la semana, esa habitual e intrascendente sesión regenerativa, se vivió ayer con gran intensidad. Una representación de Ultra Boys recibió a los futbolistas con una pancarta situada sobre el fondo que hay frente a la puerta del vestuario. Lo primeros que vieron a su salida fue un mensaje de aliento: "Vuestros ultras no te abandonan. Nunca caminarás solo". El texto llevaba la firma de Ultra Boys. La salida de los futbolistas fue celebrada con el encendido de bengalas mientras se entonaban algunas de las canciones habituales en El Molinón. Tras el recibimiento, siguieron el entrenamiento sin ninguna incidencia. No fueron los únicos que lanzaron proclamas de aliento a los futbolistas, que recibían mensajes de ánimo cada vez que se acercaban a una de las bandas o a los fondos.
Hay ambiente de partido grande y la Mareona nunca falta a las grandes citas. Riazor ya sabe cómo se las gasta el Sporting. En las gradas del estadio coruñés ya coincidieron hasta ocho mil espectadores, en una tarde mágica con más presencia de aficionados rojiblancos que gallegos. Aquel encuentro se saldó con empate a un tanto.
La realidad es que son en torno a cuarenta las peñas sportinguistas que ya han confirmado su presencia en Riazor. No queda ni rastro de las cuatro mil entradas que el Deportivo envió a Gijón y que fueron despachadas al instante. De hecho se solicitaron nuevos envíos y se estima que más de cinco mil sportinguistas tienen ya su entrada en el bolsillo. Muchos más optaron por realizar la gestión directamente con el conjunto gallego.
El desembarco está perfectamente orquestado y no faltará ningún elemento de la parafernalia habitual. La idea es que el partido se convierta en una fiesta del fútbol, con un doble duelo. Entre los futbolistas sobre el césped y entre las aficiones por ver quien anima más alto en la grada.
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