Es muy posible que hoy por hoy las exigencias del entorno superen las prestaciones de un equipo al que se le pide que gane todos los partidos sin perder un balón, que lo haga con un juego divinamente maravilloso, sin lesionados, atacando siempre, marcando más goles que nadie y recibiendo menos que ningún otro, siendo líder de la primera a la última jornada, sin sufrir en las eliminatorias de Copa y arrasando en la Champions.
Visto así, ciertamente no responde este equipo a tales expectativas, facilitando la lógica respuesta de una afición menguante y proclive a desertar, asustadiza por ese discurso del pesimismo ahora agudizado por perder un partido en casa y haber abandonado el liderato. Luego está el horario, elemento que no entraba en juego hasta que fue reivindicado por Rosell y luego utilizado en su contra. Paradojas del Barça.
La afición menos implicada, aunque estando en su derecho, ni vino el sábado (4 de la tarde) ni ayer (10 de la noche), pero como ante el Levante hace una semana el reducto del Gol Sud y los valientes que nunca fallan, esa gente demonizada por el sector más cursi y criminalizada sin pruebas por los Mossos, volvieron a exhibir un barcelonismo indestructible.
Lejos de sentirse aludidos por el toque de Alves, anoche se superaron respondiendo con un esfuerzo de garganta, pulmones a toda máquina y una pancarta inequívoca: 'Alves tenim la solució: Grada d'Animació'.
Como esa es una palabra maldita en el Barça de hoy, la seguridad del club quiso impedir inicialmente su despliegue, lo que dio pie a otra contradicción inexplicable de este club tan movedizo.
La directiva que más ha luchado por tener una Grada d'Animació es la misma de la que el Gol Sud pide ahora la dimisión con gritos que a su vez, como ocurrió ayer, ahogaron los pitos al equipo, los primeros de un ciclo que el entorno parece dispuesto a dar carpetazo por lo civil o por la vía de la agitación.
Siendo legítimas todas lasexpresiones, ir al estadio con el pañuelo y a silbar al equipo como algunos socios hicieron ayer fue replicado por la mayoría de eso 38.000 barcelonistas cuya felicidad radica en algo tan simple como ver ganar al Barça y desear, e incluso creer, que llegará a la final de la Copa. ¿No se trata de eso?.
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