Sobre el césped, once ´guerreros´ sevillistas librarán este jueves una intensa batalla deportiva con el valioso pase a semifinales en juego.
Pero en la grada les espera un auténtico ´infierno´. Todo un tópico que en el caso de Zenit, tras echar un vistazo al historial de sus peligrosos ultras, se acerca más que nunca a la realidad. Sólo con ver algunas instantáneas del Estadio Petrovsky, poco menos que envuelto en llamas, basta para calificar de ´infierno´ un escenario que, además, estará lleno.
Al igual que el sevillismo, en la ida, empujó con su aliento a los de Emery en busca de la remontada, los hinchas del Zenit también acudirán en masa al choque de vuelta, abarrotando las gradas de un recinto con capacidad para 20.985 espectadores.
De hecho, el club ruso informaba ayer de que apenas quedaban 30 entradas en taquilla, aventurándose un espectacular ambiente en contra al que el conjunto de Nervión, no obstante, debe hacer frente con su amplia experiencia adquirida en citas de este calibre.
Más preocupación genera que la rivalidad traspase los límites del civismo.
Ahora que tan de moda se encuentran las medidas contra la violencia en nuestro país, impulsadas por el desgraciado fallecimiento de un ultra del Depor, bien haría la UEFA con vigilar muy de cerca este jueves a una peligrosa hinchada de ideología neonazi (frontalmente opuesta a la de los radicales sevillistas) que ha protagonizado en los últimos años un sinfín de vergonzosos incidentes tanto en su propio estadio, el cual han llegado a invadir, como en sus desplazamientos, siendo uno de los más numerosos el realizado con motivo de la final de la UEFA que su equipo disputó en 2008 en Manchester, donde se enfrentaron a la policía y a fanáticos del Rangers. Incluso circulan por internet vídeos de algunas de esas famosas peleas concertadas en las que los ultras de Zenit se pegan sobre la nieve con hinchas del Dinamo de Moscú o libran en una auténtica batalla campal con los del Spartak.
Además, repetidos son sus actos racistas, apareciendo vestidos con las capuchas blancas del Ku-Klux-Klan o insultando a los jugadores de color del Marsella, motivo por el cual la UEFA sancionó al club con 50.000 euros. En Europa también causaron disturbios en Milán y agredieron a seguidores del Liverpool, pero el máximo organismo futbolístico continental nunca ha cerrado su estadio (sólo un sector del mismo), algo que sí ha sucedido en la liga rusa, aunque todas las medidas para intentar acabar con estos delincuentes han sido infructuosas.
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