A las seis y veinte de la tarde cientos de aficionados del Real Murcia esperaban en una de las rampas de salida de la Nueva Condomina la salida del autobús del equipo grana hacia Alicante. Los murcianistas llevaban tiempo cantando una y otra vez los himnos que han acompañado al equipo grana en los últimos años. Desde el de Second, el del centenario, hasta el de Fenómenos Extraños, de finales de los noventa. A las seis y media, con puntualidad británica, el autobús amarillo del equipo grana enfiló la rampa de salida del estadio. En la primera fila Antonio Morote y Santiago Godoy, delegado y médico grana, que se han 'chupado' todos los viajes al norte de España de esta temporada con los que Tebas y Villar castigaron al club grana. Detrás de ellos, los jugadores y el cuerpo técnico, ocultos por los cristales ahumados del autobús grana.
El vehículo, sin poder maniobrar por los centenares de aficionados granas que le impedían dejar atrás la Nueva Condomina en dirección a Alicante, fue golpeado cariñosamente por los aficionados granas con el objeto de transmitirle la energía de una afición que confía en los pupilos de Aira para volver a Segunda. Bengalas y una traca de petardos despidió a una plantilla del Real Murcia a la que también acompañó en el viaje de ida, de poco más de cuarenta minutos, un pequeño convoy formado por las mujeres de los jugadores y los empleados del club, que viajaron en sus coches particulares. Desde Aldana, la mujer de Acciari, maestra de ceremonias, que llevaba un coche cargado de murcianistas con camisetas rojas, a Rocío, la mujer de Aira, en su Audi blanco. Ambas partían hacia Alicante esperanzadas en que el Real Murcia consiguiera un resultado positivo. Pero también estaban la mujer de Albiol y la de José Martínez, entre otras.
El autobús del Real Murcia, escoltado desde veinte kilómetros antes de la llegada a la ciudad portuaria, fue recibido en el Rico Pérez por otro grupo importante de aficionados del Real Murcia que habían viajado en sus coches particulares.
Mientras, decenas de aficionados, que también habían decidido viajar a Alicante, hacían cola para sacar su entrada; aunque no todos fueron al mismo sitio, pues otros decidieron sacar su billete para otras zonas del campo. El color grana predominaba en el Rico Pérez, y más cuando media hora antes del encuentro desembarcaron en la grada Mundial 82 del recinto alicantino los aficionados de los 19 autobuses de la marea grana. La tribuna alta del estadio se inundó del color grana y de una afición que hace poco más de un año disfrutó en el mismo lugar de una tarde inolvidable. El Rico Pérez ya era grana en la grada en una demostración impresionante de que la afición no falla.
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