La leyenda continúa. Sorprende a propios y extraños pero nunca falla. Es la afición que nunca se rinde, pero que siempre disfruta. Unos 8.000 sevillistas estarán hoy en las calles de Varsovia viviendo una final de tantas, un trayecto más de una historia que ya ha colocado a esta entidad a la altura de los más grandes de Europa. El aeropuerto Frederic Chopin será hoy un hervidero rojiblanco con el desembarco de la mayor parte del contingente, 53 aviones, 2.655 kilómetros de ilusiones, cánticos y corazón, mucho corazón.
Y mientras las arterias más céntricas de la reconstruida capital de Polonia que devastó Hitler en la Segunda Guerra Mundial tras el alzamiento de 1944 se llenan de colorido rojiblanco, un grueso grupo de unos 600 aficionados ya prepara una nueva invasión para Varsovia, aunque distinta a las que ha conocido esta vieja ciudad. En los dos aviones que fletó el club en la previa se palpó toda la ilusión que hay en esta cuarta final. En la Fan Zone habilitada para la afición nervionense, situada en la céntrica calle Francuska, no muy lejos del estadio, está todo preparado.
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