La afición de la Real se coló el sábado en la fiesta de la afición del Rayo Vallecano. En torno a 300 seguidores txuri urdin disfrutaron de lo lindo con el triunfo, los goles y con el partido de todo el curso en el que su equipo fue más promiscuo perforando las redes rivales, junto al de la jornada 2 contra el Real Madrid (4-2). Los seguidores franjirrojos dedicaron un cálido homenaje a sus jugadores hora y media antes del encuentro y después del mismo, a pesar de la abultada derrota. Y los hinchas realistas se apuntaron encantados.
El buen ‘feeling’ existente entre los aficionados de estas dos escuadras se hizo patente desde horas antes en los bares más próximos al estadio, donde trasegaban cervezas en alegre armonía en los establecimientos de la avenida de la Albufera y la calle del Payaso Fofó. Allí estaba la treintena de ‘realzales’ que viajaron con Txirritako Txuri Urdinak, que esta semana inaugura su feria de la cerveza en el frontón de Herrera.
Y mientras los vallecanos preparaban el recibimiento a los suyos, apareció por allí Ben Parhan, la cabeza visible de Maite Taldea, la peña realista más internacional. Eran una decena. Tienen grandes planes para el futuro. Aunque la Real no vaya a Europa, ellos sí lo harán, pero haciéndose notar con la casaca txuri urdin puesta.
La gran fiesta se montó antes de la llegada del autobús del Rayo. Y después. La parroquia franjirroja se entregó a sus cánticos más populares, algunos de ellos con coreografía incluida. Y algunos hinchas txuri urdin se apuntaron.
Pasillo y cánticos
Los hinchas del Rayo obligaron al autocar a aparcar 100 metros más allá de la puerta del vestuario. Y realizaron un multitudinario pasillo por donde pasaron todos los jugadores en medio de abrazos, cachetes y parabienes. Un espectáculo. Un baño de multitudes. La opción de ser séptimos era inviable (tenían que ganar y acortar 17 goles en el balance de goles al Athletic), pero aún así, la fiesta estaba preparada.
El partido fue una fiesta dentro y fuera del terreno de juego. En el verde, no existían los defensas y se sucedían los goles,algunos de ellos bellísimos como el de Chory o el de Elustondo. La parroquia realista, colocada, como siempre, en una esquina del anillo superior jaleaba a todos los suyos. Y pedía la continuidad de su portero: ‘¡Rulli, quédate!’.
Se acabó el partido, pero no la jarana. La afición local tardó 45 minutos en abandonar el estadio. Durante todo este tiempo estuvo celebrando una temporada muy meritoria, de las mejores del Rayo en Primera. Los jugadores salieron de nuevo, fueron aplaudidos uno a uno y tuvieron que hablar con un megáfono. Vallecas tiene algo especial. Y una hinchada volcada con los suyos, como la realista
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