El fútbol trata de distanciar de sí los símbolos políticos o religiosos porque considera que pueden ser fuente de conflicto y que tienen otros cauces. El reglamento de la UEFA es estricto en ese sentido, de ahí que se haya producido este expediente al Barça por la abundancia de esteladas en la final de Berlín. La estelada no es la bandera catalana, conviene recordarlo, sino una evolución de esta que reclama la soberanía. El Barça ya había tenido sanciones por el ‘Catalonia is not Spain’, que no aparece ya en el Camp Nou en los partidos internacionales, pero sí en el Clásico si se juega en ámbito nacional.
Nada tiene de extraño que la UEFA expediente al Barça (y, previsiblemente, le multe) por lo de Berlín. No hace falta mano perversa de Exteriores, como piensa Laporta, para ello. La UEFA cerró hace un año parte de una grada del Madrid porque los ultras ‘buenos’ de Florentino, que no eran tan buenos, exhibieron un símbolo filonazi. Lo que sí parece una coincidencia chusca es que justo ahora Antiviolencia se dé prisa para entrar en el espinoso asunto de la pita al Himno y al Rey en la final de Copa, que tan discreto regocijo provocó a Mas. Se diría que Antiviolencia se ve arrastrada por la UEFA.
Feo asunto el de la pita. Ha caído peor que las anteriores por su preparación, por su intensidad, por el reparto de silbatos, por lo que se percibió como ensañamiento contra un Rey nuevo que no venía de matar un elefante, y no hay que olvidar que esto último fue lo que cebó la primera pita. ¿Se puede culpar al Athletic y al Barça, en un partido que organizaba la Federación? Quizá no, pero sí a las organizaciones que agitaron y entregaron pitos. Y todo en plena campaña electoral del Barça, para gozo de Laporta, que promete llenar el Camp Nou de esteladas si gana. Otro debate en el menú electoral.
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