En el bar Le Clasico de Lens no notan el jaleo del fútbol. Por su puerta, coronada con sendos escudos del Real Madrid y Barcelona, han pasado algunos hinchas británicos camino del centro. Compraron cerveza y siguieron su ruta hacia la zona más caliente de la ciudad, junto a la Fan Zone, donde este miércoles por la tarde se iban congregando cientos de seguidores de Inglaterra y Gales, en la vigilia del partido que les mide al mediodía (en vivo 15.00 h.).
La policía francesa andaba en alerta ante la posibilidad de que ultras rusos bajaran buscando bronca desde Lille (a 40 km), tras el encuentro de su equipo ante Eslovaquia. Por Internet se habían cruzado con los ingleses amenazas.
Quedaban muchas cuentas pendientes de la batalla de Marsella. En la fachada de la estación de Lille, una docena de 'lecheras' de la Policía vigilaba el desembarco de los británicos, sólo 'hinchas' a esa hora, sin mutar todavía en hoolingans.
"Si no aparecen los rusos, todo estará relativamente en orden", vaticinaba uno de los agentes, en vaqueros, con chaleco antibalas y pistola visible al muslo. La teórica buena relación entre galeses e ingleses garantizaba cierta pacífica convivencia. "Con los escoceses hubiera sido otra cosa", matiza un chico de Leicester, vestido orgulloso con la camiseta del campeón de la Premier.
La tarde en Lens va cogiendo temperatura por el tibio sol que abraza las calles y, sobre todo, por los litros de cerveza que van cayendo en las gargantas de los visitantes. Lluvia en gaznates, camisetas y pantalones, porque a las siete raro es el que va impoluto. Lanzan los vasos de medio litro y al que le cae en la cabeza, lo celebra incluso con entusiasmo. Así se lo pasan pipa, sin hacer ni caso al Suiza-Rumanía que se emite en los bares y en la inmensa pantalla de la Fan Zone, bajo el campanario.
Lo suyo es cantar, tirarse birra y grabarse con el móvil. De repente, en la Avenida del Mariscal Lecrerc alguien saca un balón y comienzan los pelotazos al cielo, para riesgo de cristales de las casas, escaparates y farolas. Cuando cuelan la pelota en un tejado, aparece otra.
El entrenamiento les dura un rato, mezclada sin problemas las tropas de ambas selecciones. Sólo hay piques en los cánticos hacia Gareth Bale, la estrella galesa, señalada por los tabloides de Londres tras unas declaraciones donde decía que a orgullo por vestir la camiseta no les ganaba su rival de hoy. Eso y que ningún jugador 'pross' tendrían hueco en su selección. "Enséñanos el culo Gareth Bale", le dedicaban, en el 'hit' más entonado ayer en el centro de Lens, junto a la versión del 'Freed for desire' de Gala que en la Euro están poniendo de moda los ingleses. Le han cambiado el nombre en honor a Jamie Vardy, uno de sus delanteros, y la gozan a grito pelado.Cuando a una chica se le ocurre asomarse al balcón a saludar, los hinchas rompen en silbidos y la piden, algunos de rodillas, que se levante la camiseta.
De inmediato ella, asustada, desaparece de vista. Hacía rato que unos Testigos de Jehová también movieron su tenderete a una esquina mucho más tranquila. Desde el edificio más alto de la calle, se ve emerger de vez en cuando, con sigilo de cheroqui, a un francotirador, más pendiente de la Fan Zone que de los británicos. Iban entrando ya a esas horas aficionados franceses para seguir por la enorme pantalla de la UEFA el partido de su selección ante Albania. La Marsellesa les pilló a muchos en mitad de los minuciosos cacheos de la puerta. Fuera, los británicos seguían a lo suyo, algunos ya con serias dificultades para aguantar de pie. Llegar al partido de hoy será otra cosa.
— ultras away days (@HinchaSuper) 16 de junio de 2016
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