Superada la primera semana de torneo, ha quedado claro que hay un problema con la seguridad en lo que a control de aficiones se refiere. Los esfuerzos de la policía francesa en colaboración con la de todos los países europeos para limitar la amenaza terrorista, especialmente del Daesh, están funcionando como lo prueba la detención en Bruselas de 12 sospechosos de conspirar para cometer algún tipo de acción relacionada con la Eurocopa en Bélgica y Francia este fin de semana. No obstante, la presencia de ultras en las aficiones ha pillado a la seguridad del campeonato en absoluto fuera de juego
De nueve días de competición, se han registrado incidentes de diversa índole en cinco y lo más grave es que tanto la UEFA como las autoridades francesas creen que los enfrentamientos pueden ir a más ya que podría darse un ‘efecto llamada’. Es decir, grupos violentos de ultras relacionados con el fútbol que no tenían pensado acudir a la Eurocopa podrían desplazarse a Francia al ver que hay fallos en la seguridad y que otros ultras campan a sus anchas. La notoriedad es lo más importante para estos radicales y no están dispuestos a que la ‘gloria’ se la lleven otros.
Los franceses ponen como ejemplo la docena de ultras españoles miembros de Frente Atlético, Ultras Sur y Brigadas Blanquazules que fueron retenidos cuando se dirigían a Niza, donde se jugó el España-Turquía y los Bad Blue Boys y Torzida (ultras del Dinamo de Zagreb y Hadjuk Split, respectivamente) que lanzaron bengalas en Saint-Éttiene durante el República Checa-Croacia.
De cara a la semana que viene, las autoridades temen que grupos de países como Polonia, Austria, Ucrania, Hungría o Italia que no representaban una amenaza para el torneo acudan a Francia y agraven un problema que de momento ha pillado a la UEFA en fuera de juego.
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