Tour de France. Fuck Euro 2016. Storm over Europe 2016. Orel Butchers. Eso es lo que se puede leer en algunas camisetas que lucen hinchas radicales rusos. Una siniestra declaración de intenciones de los que se autoproclaman “Carniceros de Orel”, dispuestos a fastidiar literalmente el torneo con su tormenta de incidentes. Está claro que no se están paseando por territorio francés con el deseo de disfrutar del buen fútbol, sino de provocar peleas con estrategias propias de guerrilla urbana. Los Orel Butchers son hinchas del FC Oryol, de la Segunda División rusa y perteneciente a una ciudad situada a 360 kilómetros de Moscú. También apoyan a los radicales del Lokomotiv de Moscú y se fundaron en 1996. Sin embargo, ha sido ahora en la Eurocopa cuando tristemente están cogiendo fama junto a otros grupos de la misma naturaleza, como los Gladiator Firm 96, vinculados al Spartak de Moscú.
No sólo no se arrepienten de sus actos, sino que se vanaglorian, colgando en sus foros noticias donde aparecen sus fechorías de Marsella y Lille sin ningún recato. En su momento llegaron a publicar una revista que se llamaba Testosterona y se caracterizan por ser sujetos racistas, como pueden comprobar en la liga rusa los aficionados con raíces en el Cáucaso. La UEFA tenía marcados a los seguidores rusos por comportamientos racistas en la Europa League y la Champions League pero su desembarco en Francia cogió con el paso cambiado a muchos expertos en la materia. ¿La razón? Sus patrones de conducta no tienen nada que ver con el término “hooligan”.
“El modelo de violencia futbolística ruso es un modelo nuevo, que se está iniciando a nivel internacional”, razona para La Vanguardia el penalista José Manuel Ríos Corbacho, especialista en las mafias que actúan alrededor del deporte y uno de los expertos consultados por el Gobierno español tras la muerte del hincha del Deportivo Jimmy. Ríos Corbacho prosigue: “No tienen nada que ver con el modelo clásico, aquel en el que grupos rivales se citaban en la puerta de los estadios con sus camisetas y sus consignas y bebían y se emborrachaban antes de zurrarse. Ese era el modelo inglés y muchos hooligans ingleses lo repiten cuando siguen a su selección porque continúan bebiendo mucho. Los rusos no son así, son individuos con preparación paramilitar, metidos algunos en el tráfico de armas e incluso la trata de blancas. Sirven para un roto y para un descosido, pueden actuar incluso para proteger a ciertos magnates, son como medio sicarios”.
¿Cómo atajar el problema? Es muy complejo, según Ríos Corbacho. “Antes la violencia se daba sobre todo en Inglaterra y Argentina, donde también había una pequeña organización criminal hace unas décadas en torno a los grupos más radicales, pero lo de Rusia es un fenómeno que todavía requiere estudio. Me parece una violencia muy difícil de frenar y que hará que se tengan que exprimir los servicios de inteligencia”.
En lo que coinciden los expertos es en que la palabra hooligan no es apropiada para referirse a los radicales rusos. “No es la más adecuada desde luego. Son como comandos bien organizados”, le explicó Ronan Evain, doctorado en tácticas paramilitares, al diario L’Équipe. Para Evain pertenecen a la ultraderecha y tienen distintos “trabajos”. “Agredir a periodistas molestos, militantes de derechos humanos o disidentes forma parte de sus actividades remuneradas”.
Nada que ver con barrigas cerveceras que beben hasta perder el norte, sino que son jóvenes (de 25 a 35 años) que suelen ser expertos en la lucha cuerpo a cuerpo y en distintas artes marciales. “Vinimos para demostrar que los ingleses son mariquitas”. Ese es uno de los mensajes que han entonado los violentos rusos, que han hecho de los ultras ingleses, que no son hermanitas de la caridad, su objetivo principal. “Vamos a pelearnos. Si los ingleses tienen el coraje de venir les aplastaremos”, aseguró un aficionado el martes en Lille a la agencia AFP. Unos auténticos profesionales del terror.
No hay comentarios:
Publicar un comentario